Irse de tu país un año. Mi llegada a Chile

Aquel julio, muchas cosas cambiaron en mi vida. Cerré la maleta y me fui a 13.000 kilómetros de mi casa. Veinte años recién cumplidos y experiencias que siempre me acompañarían. Y aquí te cuento el día que me fui a vivir a Chile.

Laura Oliviera Sánchez

Soy una gallega emigrada a Rumanía. En el tercer año de carrera, estudié en Chile (2014-2015). Antes de emprender esta aventura, decidí empezar a escribir este blog para animar a más mujeres que quieren viajar solas.

Cerrar la maleta e irse de casa

El día tan esperado había llegado y no tenía claro qué sentía en ese momento. Después de tanto esperar, luchar con la burocracia chilena y pasar muchas horas leyendo otros blogs o viendo vídeos en youtube sobre la vida en Chile. 

Todo ello ya no importaba, aquel 22 de julio del 2014 estaba con las maletas en la puerta de la casa de mis padres. Sabía que me iría, además con un billete de regreso porque me iba a Chile como estudiante de intercambio. Parecía la historia de otra persona y no la mía.

Desperté a las siete de la mañana. Y sí, hice mi maleta en el último momento. ¿Imagináis qué clase de maleta hice para irme a Chile? No llevé casi pantalones, metí vestidos que en la vida he puesto o solo llevaba un abrigo. No sé en qué estaba pensando.

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25 de julio del 2014. Viña del Mar, Chile.

La conclusión a la que podía llegar, me gustase o no, era que mi casa era dos maletas, una grande y otra de mano. Y la mayoría de las cosas que había encajado, no me servirían para absolutamente nada.

Desayuné por última vez con mis padres, a quienes no vería hasta un año después. Mi madre ya está acostumbrada a que sus dos hijos vivan fuera de casa, ambos estudiamos en Madrid, pero solo a su hija pequeña se le había ocurrido hacer un Erasmus en Chile y no en Reino Unido como había hecho su hermano.

¿Por qué me fui a Chile?

Yo soy así, quería irme a un país del que casi no conociese nada y lo más lejano posible. Los únicos datos que tenía de Chile en ese momento eran: Allende, Pinochet, Los Andes, la capital que es Santiago de Chile, los mapuches y punto. Fui en la más absoluta ignorancia, incluso busqué en youtube un vídeo para saber cómo es el acento chileno porque creía que era similar al argentino.

Despedidas de aeropuerto…

Mis padres me llevaron al aeropuerto de Santiago de Compostela, ¡30 horas después estaría en Santiago de Chile! ¿Por qué un viaje tan largo? El precio. Tuve que adaptarme a unas fechas y no pagué mi vuelo hasta que no estuve segura de que estaba aceptada en la universidad.

Llegó el momento incómodo, las despedidas. Mi padre intentaba mantener la compostura y decir tonterías, mi madre sin embargo tenía un gesto serio y contenido. Yo intentaba disimular y el fondo no sabía qué sentía, una mezcla entre preocupación y alegría extrema.

Nos abrazamos los tres y mi madre me dijo algo que me ha calado bien dentro:

Laura tienes 20 años recién cumplidos, aprovéchalos. Se te ha presentado la oportunidad de viajar, vivir en otro país, ir a una nueva universidad… no te preocupes por nada que todo va a salir bien. Solo vive.

Palbras de una madre

No lloré ni nada parecido, estaba tan confusa que era incapaz, los abracé muy fuerte y facturé mi maleta. Miré por última vez a mis padres y pasé el control de seguridad.

De avión en avión

El viaje de idea fue el siguiente:

Santiago de Compostela – Madrid – Roma – París – Santiago de Chile.

La compañía aérea fue Ryanair y Air France. Para la vuelta compré un billete de Avianca (mucho más recomendable):

Santiago de Chile – Bogotá – Madrid – Santiago de Compostela

Excepto en Ryanair en todos los vuelos nos ofrecieron comida y bebida al mejor precio: gratis. Entre el hambre, los nervios y el no tener nada mejor que hacer devoré todo lo que nos pusieron delante.

Las escalas fueron de un par de horas, no dormí en el aeropuerto y me olvidé de las maletas en Madrid porque a partir de ahí todo dependía de Air France.

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Avión de Europa a Latinoamérica

El avión que nos llevó a Chile desde Francia era enorme, tenía pantallas para escuchar música, ver series, un mapa el cual indicaba qué estábamos sobrevolando…

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Sobrevolando Los Andes.

Todo ello ayudó a que el viaje fuese más llevadero. Estaba sin dormir, cansada, confusa porque no sabía qué me deparaba Latinoamérica, si haría amigos, si me enteraría de algo en las clases… Las dudas normales de una chica de 20 años que se estaba yendo a 13.000 kilómetros.

Hubo turbulencias, nos dieron comida, vi varias películas, dormí unas horas, me dolían las piernas de la presión… Cuando faltaba media hora para aterrizar nos entregaron dos documentos para todas las personas que no teníamos nacionalidad chilena. Se deben cubrir y entregar al llegar, una declaración conforme no portas productos vegetales o animales y otro papel con datos personales.

Aterrizar en Santiago de Chile

A las ocho de la mañana por horario chileno, en España son seis horas más, estaba en mi nuevo país. Tocaba lo más complicado, entrar en el país y que no hubiese problemas con ningún documento.

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Palacio de la Moneda. Santiago de Chile.

En mi caso yo tenía visado de estudiante por lo que se suponía que no pasaría nada raro. En el control de migraciones fueron muy amables, simplemente entregué los documentos y me preguntaron si tenía visa o ingresaba en el país como turista. 

ATENCIÓN:

 Os entregarán un papel pequeño con un sello en el que consta el día en el que se entra en el país, es muy importante conservarlo.

Importante

Del aeropuerto al centro de Santiago de Chile

Al llegar tomé una micro (autobús) que nos llevó hasta el centro. Todas las personas a las que preguntamos nos contestaron con una sonrisa en la cara, a veces en España es complicado conseguirlo. Fui directa para el hostel, una habitación privada con un baño (sin puerta).

Costó unos 11.000 pesos chilenos, pero estaba en una zona para nada recomendable de Santiago. Cuando salí del metro, se puso a hablar conmigo un tipo con que casi no se podía mantener en pie. Se ofreció a llevarme la maleta grande y me indicaría dónde estaba mi hostel.

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Santiago de Chile

Cuando me metí en la cama me desperté al día siguiente a las cinco y media de la mañana, todavía me tenía que acostumbrar al cambio de hora. Todo me resultaba muy surrealista. Estaba al otro lado del Atlántico sin casa, sin mi familia, sin mis amigos, había cambiado de verano a invierno, usaba otra moneda… Comenzaba la aventura. Irme a Chile un año fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.

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2 Comments on “Irse de tu país un año. Mi llegada a Chile”

  1. Pingback: Mi año de Erasmus en Chile – Sen Enderezo

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