Día 6. Pedrouzo – Santiago de Compostela

Estábamos a las puertas de Santiago, solo nos separaban 19 míseros kilómetros. Belén me despertó, yo estaba en durmiendo como una piedra y pensaba que sólo había dormido un par de horas. De pronto vimos la hora el el móvil y soltamos una sonada carcajada, eran las cinco de la mañana y la gente empezaba a levantarse. Ni de broma íbamos a salir a esa hora, dormimos hasta las 8:30 y salimos a las nueve cuando todos se habían ido. No teníamos prisa por llegar, estudiamos allí en el instituto así que conocemos perfectamente la ciudad.
Desayunamos por primera vez en una cafetería, necesitábamos un café bien caliente y no le hicimos ascos a la bollería y sus mil calorías. Volvimos a pasar algunas aldeas, pusimos más sellos y conocimos a unos argentinos de Buenos Aires, caminamos por tramos de monte y algunos edificios que anunciaban nuestra cercanía a Santiago como la Televisión de Galicia. Descansamos unos minutos y miramos a través del GPS del móvil cuántos kilómetros faltaban exactamente.
![]() |
últimos ocho kilómetros |
Cuando vi San Lázaro a lo lejos (La entrada a Santiago) le hice una apuesta a Belén, le dije que bajaría corriendo y eso hice. Casi muero pero tenía que ganar la apuesta. Me senté en la entrada de una casa y esperé por Belén, mientras me eché talco en los pies y puse mis chanclas. Ella hizo lo mismo y fue un gran places librarse de las zapatillas.
Por fin llegamos a la catedral, siguiendo las flechas y sin atajos que conocíamos. Fuimos honradas. Pensábamos que necesitábamos entrar en la catedral y poner el sello final, dimos una vuelta entera para encontrar la puerta de acceso no la de salida. Teníamos que pagar tres euros porque no se podía entrar con las mochilas, esa norma es actual porque toda la vida se pudo. Llamé a mis padres, que habían ido a buscarnos en coche, y aguantaron de nuestras mochilas. Resulta que para nada, porque preguntamos y se iba directamente a la oficina del peregrino. No nos interesaba el apóstol, con todo el respeto del mundo, así que salimos rápidamente.
Nos atendió una amiga nuestra en la Oficina del Peregrino, después de una gran cola y nos dieron unos diplomas conforme habíamos hecho el camino. Antes tuve que escribir mis datos y concreté que lo había hecho por motivos deportivos y no religiosos, entonces me dieron un diploma diferente escrito en latín que no tengo ni idea de qué pone.
Así terminamos nuestro pequeño viaje, una aventura que llevé a cabo con una gran amiga a la que le tengo mucho aprecio. 115 km que acabaron sin lesiones y nada que lamentar, solo muchas anécdotas y haber conocido a personas de otros países tan lejanos como Japón. Hace años (Tenía 19 recién cumplidos) hice un trozo del Camino de Santiago, la ruta del norte que comienza en Irún (País Vasco), con el que era mi novio de entonces. Me encantó conocer esa parte de España que desconocía. Pronto me atreveré con otra ruta.
Espero que os haya gustado esta parte de mi querida tierra, tal y como diría mi apreciado Lorca: ´´Verde que te quiero quiero verde´´. Continuaré escribiendo y mostrando lugares de Galicia, nos vemos pronto.
Día 1. Llegada a Sarria (Lugo)
Día 3. Portomarín – Palas de Rei