Marruecos, mi primer contacto con África

En septiembre del 2015 me embarqué en una gran aventura: un viaje a ´´otro mundo´´. Decidí autoregalarme algo especial por mi cumpleaños número veintiuno, era evidente que mis planes incluían una mochila. Siempre había soñado con poner mis pies en África y ver sus impresionantes amaneceres que tantas veces hemos visto en el cine. África tiene algo que engancha y enamora. Elegí Marruecos, mi primer contacto un país cuya religión mayoritaria es la musulmana.
Al principio le propuse a varias de mis amistades que viniesen conmigo e incluso a mi madre; nadie se animó. Lo cual no me desanimó, solo hizo que en mi cabeza cobrase fuerza la idea de viajar sola. Fue exactamente lo que hice: seis días perdida por Marruecos. Suficientes para quitarme la venda de los ojos y ser consciente de muchos de los prejuicios que escuchamos todos los días respecto a este país y sus vecinos próximos. Un pensamiento etnocéntrico que ha hecho que no valoremos la belleza, riqueza o la humildad de las personas que viven debajo del Estrecho de Gibraltar.
Una mujer, de solo veintiún años, parecía una locura y una invitación al suicidio. Pues aquí estoy, sana y salva. Me encantaría que mi testimonio sirviese para derribar barreras culturales y animase a otras personas a vivir una experiencia parecida, enriquecedora en muchos aspectos.
- Rabat: la capital marroquí
- Casablanca: en busca de mi Humphrey Bogart
- Marrakech: diferentes creencias no significa que no podamos ser amigos
- Fez: perderse en una medina