Rabat, la capital marroquí

Si resides en España es muy sencillo ir a Marruecos. Compañías aéreas como Ryanair tienen conexiones entre Madrid y ciudades marroquíes como: Rabat, Fez, Tetuán… a precios muy económicos y accesibles para todos. Conocer otro mundo es posible, puesto que Marruecos me presentó una realidad social que desconocía: otra religión, una cultura distinta a la mía, otro estilo arquitectónico y un idioma que no comprendía.

Sólo estuve seis días en Marruecos, suficiente para darme cuenta de lo muy equivocada que estaba. Yo no lo sabía, pero sí pensaba cosas que no se correspondían con la realidad, solo repetía lo que me habían vomitado desde que tengo uso de razón. Decidí comprar, como regalo de cumpleaños, un billete de avión Madrid-Rabat con Ryanair que no superó los 40 euros (ida y vuelta).

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Mi primer sello africano. Diez de septiembre del 2015.

Tenía muchas dudas; al parecer ser una chica joven que viajaba sola por Marruecos, era una  locura. Mi familia tenía miedo de que me pasase algo malo aunque finalmente se dieron cuenta que ese no era el planteamiento correcto. Mentiría si no admitiese que yo también estaba asustada porque no sabía qué me iba a deparar este viaje. Muchos fueron los comentarios que escuché cuestionando mi decisión. Sin embargo, lo que importan son los hechos y al final no me dejé condicionar por nada ni nadie.

El primer ´´problema´´ o anuncio de la semana que me esperaba y mi regreso, tuvo lugar en el aeropuerto de Barajas en Madrid. Cuando pasé el control migratorio y mostré mi billete de avión junto a mi pasaporte, el policía de turno comenzó con las preguntas. ¿Qué fue lo primero que me preguntó? Fácil: ¿Cómo se te ha ocurrido hacer esta locura, no sabes que una mujer sola no puede viajar por un país como Marruecos?. No me sentía más segura escuchando esos planteamientos antes de subirme en un avión, pero estos comentarios no fueron los únicos y escuché muchas tonterías con mi partida y mi regreso. No me gusta crear polémicas, mi experiencia en Marruecos fue muy positiva y me quedo con eso. Malas personas, problemas económicos, delincuencia… son lacras que afectan a todos los puntos cardinales del planeta. No iba a consentir que alguien dijese cosas que no eran ciertas, datos que no se habían comprobado en primera persona y solo era un altavoz de todos los prejuicios con los que vivimos.

Me senté en mi asiento de aquel avión de Ryanair y me puse en camino. Estaba ilusionada a la vez que inquieta o asustada porque en mi cabeza tenía millones de cosas. Me negaba a pensar que por ser mujer no podía sentirme libre de ir a donde quisiese, pero no sabía con qué clase de actitudes me iba a encontrar. En el trayecto vi por primera vez en mi vida el sur de España desde el aire; el Estrecho de Gibraltar que separa dos mundos y en el que muchas personas se han dejado la vida. En las dos horas del viaje entablé conversación con un marroquí que vivía en España desde hacía años y una mujer española muy interesante, quien se había pateado medio planeta y ahora residía en Tailandia y España. Tendría cerca de sesenta años pero la energía de una veinteañera.

No tenía ninguna reserva en un hostel ni un hostal, me resultó complicado utilizar la app: hostelworld. En Marruecos parece que funciona más el boca-boca u otras páginas de internet que no conocía. Pensé que podía encontrar una habitación al llegar. Llegué por la noche y fui al centro con la mujer de Alicante que había conocido, una amiga suya vasca y una pareja colombiana con la que me puse a hablar en la fila del control de migraciones del aeropuerto. Donde por cierto, un policía marroquí me preguntó con sorpresa si viajaba sola. Cuando se lo afirmé, me devolvió el pasaporte y me deseó una buena estancia en su país. Al final me fui con Inés, la alicantina, y su amiga a un piso que alquiló por unos días en Rabat. Fue muy amable y rápidamente nos hicimos amigas, me contó muchísimas anécdotas de sus viajes y una filosofía de vida peculiar.

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Un desayuno en Rabat

No quise mezclar negocios y amistad y les pagué mi parte del piso por un día, es decir, diez euros. Caí rendida en la cama y dormí un montón de horas, por la mañana desayunamos juntas y vimos algunas partes de la ciudad cerca de la casa. Sus planes eran diferentes a los míos, entonces llegó la hora de despedirnos con un fuerte abrazo. Me ayudaron en ganar confianza en mí misma y estar segura de que mi viaje sería una gran experiencia. Decidí subirme en un tren y visitar Casablanca, de todas formas volvería a Rabat porque me avión salía de ahí.

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Regresé el último día de mi viaje por Marruecos, fue entonces cuando vi realmente la ciudad de Rabat. Una capital administrativa, con mucha presencia policial en sus calles y una parte histórica digna de ser visitada. Por ejemplo cuando visité el Museo Arqueológico (10 dh, creo recordar), mi guía fue un señor de la ciudad, con un buen nivel de inglés, que se ganaba la vida mostrándole Rabat a los extranjeros y su sueldo eran las propinas que nosotros le dábamos. Nunca me sentí amenazada por no usar velo, por tener un aspecto claramente europeo o andar con la mochila. Por supuesto, el sentido común es siempre necesario, no me metí en lugares inapropiados a altas horas de la noche o fui irrespetuosa con personas que tienen unas creencias muy diferentes a las mías. Creo que Marruecos es un país que empieza a ser turístico y se está abriendo al mundo, contrastando con su sistema político no democrático y la mezcla de la cultura de Occidente y la del norte del continente africano. Además España y Marruecos están íntimamente ligados, históricamente y también ahora con los movimientos migratorios entre ambos países. Merece la pena darle una oportunidad y creo es necesario un acercamiento, aunque sea a título personal.

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Aclaración: en la imagen principal de este post se puede ver un plato típico de Marruecos: tajín, pero cometí el error de no ir a un sitio tradicional y demasiado contaminado de turistas. Me dieron cubiertos, cuando allí se come con los dedos y la ayuda de un trozo de pan (igual que el de la foto). En Marrakech fue cómo comí y fue toda una experiencia.

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