Blog feminista. Web de herstory. Diario de una emigrante en Rumanía
Couchsurfing también funciona en un pueblo de Pontevedra. Alojando a dos belgas
Mi última experiencia como anfitriona en couchsurfing, fue apadrinar a unos chicos jóvenes de Bélgica en mi pequeño pueblo natal. Quienes, a mi misma edad, habían viajado un montón gracias a su trabajo en un astillero. Es decir, trabajaban en un barco y al mismo tiempo podían conocer otros países… fantástico. Lugares tan lejanos como Argentina y tan imprescindibles como Egipto. Aunque en realidad habían trabajado en mil cosas y uno de ellos, Marteen, iba a retomar sus estudios en el mes de septiembre.
Mi experiencia hospedando a unos belgas, Marteen y Tim:
Maarten y Tim
Recuerdo que lo que más me impresionó cuando leí el mensaje de Marteen fue que viajaban en moto. Recorrieron toda España, antes atravesaron Francia, y después Portugal hasta llegar a Galicia y volverían a casa por la costa del Cantábrico. Increíble, 25 días aprovechando las playas de Valencia, muchos pueblos de Andalucía que muestran su verdadera esencia, saboreando los platos típicos de Portugal: Lisboa, Algarve, Coimbra… Ojalá algún día me anime y haga un viaje de estas características. Cuando vas en avión tú no puedes ver nada, en Latinoamérica viajaba por tierra pero no es lo mismo un autobús que una moto. De hecho llevaba años sin subirme en una y fue la primera vez que fui así a Santiago de Compostela.
Llegaron el 20 de junio a mi casa, al medio día porque venían desde Zamora. Les había mandado mi dirección por gps y me dijeron que llegaron fácilmente. Me resultó gracioso levantarme de mi sofá, coger el telefonillo y que me hablase un belga con un perfecto inglés. Les abrí la puerta y les presenté a mi madre, nosotras estábamos a punto de comer. Ellos ya habían comido, horario europeo, pero les ofrecimos empanada de zamburiñas que es algo muy típico de Galicia. Toda gallega siempre ofrece comida y repite mil veces que no seas tímido, si quieres algo, tú simplemente cógelo.
Después de comer fuimos a Santiago de Compostela, en mi pueblo no hay nada de interés, es un sitio dormitorio. Lo interesante es ver las montañas que nos rodean, pero es simplemente campo. Fue la primera vez que fui en moto hasta Santiago, cuando me subí en la moto de Marteen me vieron algunos de mis vecinos. A mí y a mi hermano siempre nos han mirado como bichos raros porque siempre intentamos hacer amistades de otros países. De hecho la novia de mi hermano mayor es polaca. En Galicia la gente suele ser más reservada, pocos conocer couchsurfing porque ven raro abrirle la puerta de casa a un desconocido. Mis padres son hospitalarios y más desde que sus hijos andan por el mundo adelante y reciben buen trato de casi toda la gente que se encuentran en el camino.
Les gustaba correr, pero yo estaba encantada porque siempre me ha gustado ir en moto. Llegamos muy pronto y decidimos aparcar cerca de la zona vieja, concretamente les dije que podían parar al lado de la comisaría. Nadie nos dijo nada, ningún aviso o señal, pero resulta que allí no se podía estacionar. Cuando volvíamos a mi casa, un policía me explicó que estaba a punto de llamar a la grúa. No lo había hecho porque las matrículas eran de Bélgica y él no sabía inglés. Le pedí disculpas y le expliqué que la culpa había sido mía por no fijarme (no había ninguna indicación) y después de negociar un poco, fue buena persona y nos dejó en paz. No quiero imaginarme qué habría pasado si llevasen las motos al depósito.
Con Maarten (sol en mi cara)
Con Tim
Vimos toda la ciudad, que en realidad no es demasiado grande. La catedral, que se encuentra en restauración, la zona antigua con sus laberínticas calles y tomamos unas buenas tapas en un bar (por primera vez probaron las lentejas con chorizo). Al final de la tarde fuimos a ver la obra de teatro de una amiga, en gallego. No estaba segura de si les gustaría, pero me dijeron que les gustaba hacer ese tipo de cosas. Aunque no entendiesen el idioma, les interesaba acercarse más a nuestra cultura y no hacer únicamente lo turístico.
Eligieron muy buenos días para visitar Galicia, el tiempo era inmejorable. Aquí normalmente llueve o está nublado. Volvimos a mi casa y estuvimos hablando hasta la media noche. Por la mañana nos despertamos todos a las ocho, querían madrugar para irse a Ribadeo (Lugo).
Más anécdotas con el agua de mi casa:
De nuevo en mi casa nos olvidamos de pedir otra bombona, la misma historia que nos pasó con nuestro couchsurfing de Francia: leer mi experiencia hospedando a un francés. Les tuve que decir que debían ducharse rápido si querían hacerlo con agua caliente. Mi madre se murió de vergüenza. Al final nadie metió un grito, hubo agua caliente para todos.
Al día siguiente cuando nos levantamos para desayunar… ¡SORPRESA! Había una avería en el barrio, fueron a repararla y cortaron el agua. Nadie del Ayuntamiento avisó de nada. Fue un poco rara la situación. Les expliqué la situación y nos lo tomamos como una anécdota más. Dejé claro que sí habíamos pagado la factura del agua. Mi madre afirmó que siempre teníamos problemas cuando teníamos invitados en casa.
Me dio pena despedirme de ellos, solo estuvimos un día juntos pero nos lo pasamos muy bien. Hablé mucho inglés y hablamos de tantos temas que soy incapaz de nombrarlos todos. Me han invitado a Bélgica, ellos viven en una ciudad muy cerca de Brujas. Obviamente he dicho que en algún momento podría mis pies en su país y nos volveríamos a ver. Ojalá que sea pronto (y así fue, ese mismo agosto pasé tres semanas con Marteen en Italia con una tienda de campaña).
Si ya las Islas Canarias son impresionantes y atraen turistas de todas las partes del mundo, El Hierro es todavía mejor. ¿Por qué? Por ser una isla ecologista, un punto histórico, un paraíso con playas…
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Soy socióloga, feminista e inmigrante en Rumanía. Trabajo de SEO Copywriter y vivo de la escritura y lo que posiciono en Google. Nací en un pueblo de Pontevedra (Galicia, España) en 1994 y durante un tiempo fui Belén de ANHQV, una millennial con más empleos que la Barbie. Pero a mí lo que me gustaba era contar historias protagonizadas por mujeres.
Gracias a mi profesora de Historia de 2° ESO, Pilar, apareció esta pregunta en mi cabeza: ¿dónde estaban y qué hacían las mujeres de esa época? Además, por suerte, mi abuela y mi madre siempre me han contado anécdotas familiares. Entonces, ¿por qué no juntar todo en una web feminista?
Eso hice. Y aquí sigo, ahora en Bucarest, aporreando el teclado de Sen Enderezo que funciona desde 2014.
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