Queremos ser libres cuando volvemos a casa, no valientes

A los 18 años, cuando era una recién llegada a Madrid y vivía en el Paseo de Extremadura, aprendí que una mujer que camina sola por la calle es valiente.
No somos libres, todavía. Existen muchos tipos de abuso, no solo la violación, aunque es lo primero que nos viene a la mente cuando leemos esa palabra. Cometemos ese error, incluso yo lo hago. Ayer una conocida estaba buscando testimonios de mujeres valientes que vuelven a casa por la noche: 32 mujeres contando su historia.
Narré mi historia y junto a mi nombre escribieron: ´´Laura O. Sánchez, quien ha decidido contar su abuso en tercera persona.´´ Me avergüenza admitirlo, pero sí, me dio un escalofrío y al momento quise matizar mis palabras. Tengo que ser sincera, conmigo misma y con el resto. Fueron cinco minutos de nervios, irracionales ya que a pesar de tener estudios de género, me equivoqué y pensé: ´´Madre mía… Laura, tú tienes claro que un abuso no es solo una violación, pero la gente va a pensar que fuiste violada y no que hay más tipos de agresión. Tienes que cambiar tus palabras para que quede explícito´´.
Por supuesto, una violación no es una vergüenza y si alguien debería sentirse avergonzado es el agresor. Parece de sentido común, pero es muy fácil caer en el juego del patriarcado. Desde luego, nos cuesta entender que un abuso puede expresarse de diferentes formas.
Octubre del 2012, Madrid.
Una chica de 18 años se dirige a su casa después de su primera fiesta universitaria. Probablemente fuesen las seis de la mañana. Se sentía feliz, había logrado su sueño: empezar la carrera que quería y mudarse a la capital. Pronto se dio cuenta de que en cualquier momento, todo podía cambiar. Bajó del autobús; debía caminar diez minutos por el Paseo de Extremadura para llegar al portal de su casa. Incluso en su pueblo natal, seguía la misma rutina: mirar hacia todas las esquinas, no hablar con nadie y llevar las llaves en la mano.
Frenó un coche, en él iban cuatro hombres de mediana edad. Se bajaron tres, quedando uno al volante. Empezaron a gritarle. La recién llegada a Madrid, se puso nerviosa y empezó a correr. Solo quedaban dos bloques de edificios para llegar a casa. Los hombres que la acosaban, la alcanzaron y la empujaron contra una pared, ella estaba paralizada y no fue capaz de articular ni una palabra. No recuerda los detalles, solo sus risas y que uno de ellos dijo: ´´vámonos, tiene cara de acojonada. No me pone.´´ Se subieron en el coche de nuevo y se fueron. Tuvo suerte, solo fue un mal trago (sarcasmo), otras chicas no pueden decir lo mismo. Le quedó claro que volver a casa sana y salva, no siempre se cumple.
He contado mi historia en tercera persona, porque por desgracia, sé que otras mujeres se sentirán identificadas. No son malos tragos, son episodios de violencia sistematizada y sistemática que afectan a toda persona: hombre no heterosexual. Es terrorismo machista que consigue que las mujeres no seamos libres cuando volvemos a casa, sino valientes. ¡Basta ya!
Comparte tu historia, adelante. Por supuesto, puedes hacerlo de forma anónima y si me escribes a mi cuenta, prometo pleno anonimato. Yo lo pensé y al principio quise contar mi historia bajo un seudónimo, al minuto lo descarté porque de ese modo solo le hago un favor a este sistema patriarcal que tanto odio. Es una simple decisión, no pienso obligar a nadie a nada ni tampoco juzgar. Ojalá un día nadie tenga que pasar por lo mismo y narrarlo en la web.
¡Queremos ser libres cuando volvemos a casa, no valientes!
Más artículos:
- Somos el grito de las que ya no tienen voz
- Viajo sola, no pido a gritos que me violen
- Más testimonios
- Es más importante tu talla de sujetador que lo que escribes
- Un poco de Feminismo…
En galego:
Gracias por contar tu historia, Laura. Dios, es escalofriante, y creo que cualquier mujer que lo leemos nos desgarramos por dentro, porque nos sentimos identificadas. Cuanto dolor en la construcción de nuestra identidad. Son tantas las historias de amigas a las que les ha ocurrido lo que a ti…Que da miedo, absoluto miedo. No hace falta ser violada para romperse incluso al leer, o al escuchar una historia así. Porque somos vulnerables en este maldito sistema que se consume y nos consume.
Gracias, solo nosotras nos haremos fuertes re-escribiendo nuestras historias.
Me gustaMe gusta
Muchas gracias a ti por este comentario. Sí, desgraciadamente cualquier mujer puede sentirse identificada y por ello lo narré en tercera persona. Siempre tenemos que estar alerta y mirar hacia todas las esquinas, en cualquier momento puede aparecer un desgraciado y agredirnos por el mero hecho de ser mujeres. No pienso pedir disculpas por tener útero, ninguna mujer debería hacerlo.
Mi historia no es tan escalofriante como otras que he tenido la mala suerte de escuchar. Ya sea en medio de la calle o dentro del círculo familiar. No me cabe en la cabeza este tipo de cosas, pero ocurren y no deberíamos estar calladas y sí apoyarnos entre nosotras. Nadie nos va a defender, no necesitamos príncipes azules ni hadas madrinas.
Me encanta el final de tu comentario, son palabras que me han llegado a dentro: solo nosotras nos haremos fuertes re-escribiendo nuestras historias. No podría haberme expresado mejor.
Me gustaMe gusta
Lamento lo que te pasó y te felicito por tu valentía. ¿En Chile tuviste algún problema así?
Me gustaMe gusta
Hola Felipe,
Muchas gracias por tus palabras. Ojalá algún día, espero que no dentro de mucho, las mujeres podamos ser libres y no valientes cuando volvemos a casa. En Chile no recuerdo ningún episodio tan traumático, por supuesto, el machismo no entiende de fronteras y sí recibí comentarios asquerosos, no me tomaron en serio o tenía que informar a mis amigos de que había llegado.
Seguiremos peleando para que ninguna mujer tenga que pasar por lo mismo que me pasó en Madrid. Un beso.
Laura
Me gustaMe gusta
Pingback: Mujeres latinoamericanas en la calle – Sen Enderezo