¿Por qué no me gustan los sujetadores deportivos de Decathlon?

Querido Decathlon, no entiendo tu concepto de sujetador deportivo. Estoy harta de que todas las compañías, como Women Secret y otras, den por hecho que un buen sujetador es aquel que sube el pecho hasta el infinito. El otro día estuve buscando uno en Decathlon, ya que uno de mis propósitos de este septiembre ha sido apuntarme en el gimnasio. Mi sorpresa, en realidad no debería sorprenderme, fue que todos lo sujetadores tenían relleno. 

No puedo comprender cómo puede ser cómodo hacer ejercicio con un acolchonado. También sigo sin entender, a estas alturas de mi vida, cuál es la razón por la que dos tetas grandes son más bonitas que unas pequeñas. Sé que vivo en una sociedad patriarcal, con sus arrogantes mandatos y su tiranía de la talla 36. Pero todavía sigo asombrada.

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Ilustración de Laura Farlete para Proyecto Kahlo. Enlace a su blog

La ropa de hombre, incluido en el mundo del deporte, es más cómoda que la de mujer. Ellos pueden ir cómodos, nosotras debemos caminar sobre tacones de aguja y meternos a presión en unas mallas push up. No vaya a ser que el trasero no esté firme cuando hagamos sentadillas en la clase de gap…

Yo quiero sujetadores cómodos, sería lo mínimo si estamos obligadas a seguir la moda patriarcal. En numerosas culturas no utilizan esta prenda y el planeta no ha cambiado de órbita. ¿Qué ocurre cuando paseamos por el centro comercial buscando sujetadores sin relleno ni aros? Pues que terminamos en la sección de ´´lencería para mujeres adultas´´. Sí, lencería para abuelas. Todo color beige . Comodidad vs Sexy.

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La historia de mi vida…

Por el momento, he comprado un sujetador deportivo en Decathlon. Obvio, lo modifiqué. Le quité el relleno y lo volví a coser. Prefiero estar cómoda y que mi pecho no baile cuando haga ejercicio. No tomemos por normal lo que es anormal.

(Corto y pego las palabras de Noelia Morgana)

A veces no llevo sujetador

A veces no llevo sujetador. No me da la gana.

El sujetador es una prenda de mierda hecha de hierros y telas que se te clava hasta los confines de la carne y te crea picores, heridas e incluso manchas. El sujetador es el corsé del siglo XXI. Una puta porquería que se utiliza para subir las tetas hasta la luna y crear un par de montañas que todos puedan admirar, que todos puedan escalar. Porque un buen escotazo es el complemento perfecto para tener una novia adecuada o para salir una noche de tequila boom boom. Un escote que bote, sí señor. Cosa que, a veces, utilizo por no ser capaz de romper del todo con el legado que dejaron los cánones de belleza establecidos, de muertes por anorexia y labios de choripán por el bótox.

A veces no llevo sujetador. No me da la gana.

¿Y sabéis qué ocurre? Que me miran como si estuviera matando cachorritos de mamuts por llevar las tetas libres de presiones, que me miran como si los pezones fueran cañones a punto de disparar mi número de teléfono a todos los viandantes, que me gritan gilipolleces, que me despellejan a comentarios susurrados, a pensamientos retrógrados y machistas que seguramente llenarán de veneno el aire que respiro, y luego tendré que esforzarme el doble por hacer efecto rebote con mis tetas, llenas de naturaleza infinita, de vida, de cabeza arriba, joder. Que me repiten una y otra vez eso de – ¿No llevas sujetador? Pues se te nota – A lo que debería contestar: a ti también se te nota que lo llevas y no te digo nada.

A veces no llevo sujetador. No me da la gana.

Porque así me parieron, porque así me dejo llevar por la gravedad, porque así soy fiel a mi cuerpo, que me dice que le aprieta, que me dice que le daña, que me dice que le jode llevar esa mierda puesta solo para obedecer las normas de una sociedad que no está acostumbrada a dejar salvaje lo que sirve de alimento al hombre, fuentes de inagotable misterio, esculturas del milagro. Amigas, por cierto, de los sujetadores deportivos, que te ayudan a mover sólo aquello que es preciso y no te torturan.

A veces no llevo sujetador. No me da la gana.

Y si me hago viejita y me reúno con cien viejitas y dejamos nuestras tetas al aire, todas, absolutamente todas, van a caer hacia abajo, van a derretirse con el tiempo, van a contar la historia de su vida con estrías y arrugas. Hayan llevado sujetador o no. Así que, digo yo que será mejor que empecemos a querernos, a dejarnos en paz, a mandar al carajo a todos, a venerar de verdad lo que significa tener un cuerpo que late y quiere seguir latiendo.

Porque… llevemos sujetador o no, el mundo no va a estar a nuestro favor; vamos a seguir sufriendo acosos y salpicones de babas; la moda, la estética y el poder van a seguir mostrándonos como reflejos a unas mujeres lisas y apretadas, con las tetas en la boca y los culos en la nuca. Todos vamos a seguir alabando la palabra perfección de la misma manera porque somos necios, monigotes, alienados de este mundo contemporáneo. Lo de siempre.

Por eso… ¡No te pongas sujetador si no quieres, mujer inteligente! ¡Y pregúntate por qué te lo pones cuando te lo pongas! ¡Sé consciente y actúa en consecuencia! ¡Libres domingos y domingas! ¡Tetas cómodas, con o sin leche, y al poder!

A veces no llevo sujetador. No me da la gana.

Y aunque sepa que sola no voy a conseguir cambiar nada, lo escribo. Por si resisten eternas las palabras. Por si mi hija, o la tuya, algún día quieren saber todo lo que realmente hay dentro de la cabeza de una mujer. Y eso, como podéis ver, sí que me da la gana.

marge bra
The simpsons

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