Hazme caso, ¡vete de Erasmus!

Cuando abro la bandeja de entrada de mi correo electrónico, siempre hay alguna pregunta referida a cómo irse de Erasmus. Relacionada con la burocracia previa o los pros/contras de una experiencia de estas características. En mi caso, puedo hablar sobre el año que viví en Chile y mi acertada elección. Existen muchos tópicos y prejuicios alrededor del mundo Erasmus, como si todos pretendiesen limpiar el expediente y estar un curso vagueando en el extranjero. Un intercambio de estudio va mucho más allá de esos planteamientos simplistas.

Para empezar, no se puede meter a todos los países en dos sacos: los que valen y los que no. Podéis imaginar las barbaridades que escuché cuando decidí hacer la maleta e irme a Latinoamérica. Muchos, incluso en la actualidad, no comprenden qué mueve a una europea a irse a esa parte del mundo. Evidentemente, no han puesto sus pies en ese maravilloso continente.

Estoy cansada de hablar de mí y mi experiencia Erasmus, si quieres conocer los detalles puedes darle clic aquí: Mi año de Erasmus en Chile. Algunos datos pueden estar desfasados porque me fui en el curso 2014-2015.

  • ¿A dónde me fui de Erasmus y cuándo?

Para nadie es un secreto que en julio del 2014, me fui a Chile. Mi objetivo era estudiar un año en la Universidad de Viña del Mar (V Región). Y no regresé hasta el verano (europeo) siguiente. Aproveché al máximo mi estancia en Latinoamérica. Sin duda, volvería y espero poder hacerlo pronto aunque sea de viaje.

Aprendí un montón de cosas que no se aprenden de otra manera. Estudié Sociología, me parecía un absurdo estudiar otras culturas, instituciones sociales y formas de ver el mundo sin salir de mi casa o de mi facultad europea. Quería conocer más allá de los libros o las películas que llegan aquí. A nivel personal, mi personalidad es completamente diferente. Gané seguridad en mí misma, supe cómo afrontar situaciones nuevas y me moví en nuevos círculos.

Chile es un país neoliberal, con graves diferencias sociales y que reniega de su Historia. Si eres un estudiante del área de ciencias sociales, es un destino obligado. Conocer los relatos históricos en primera persona y la realidad latinoamericana, nada es casualidad. Sin embargo, el abrigo que dan los latinoamericanos con su hospitalidad y su compañerismo no lo verás en ningún otro lado. Siempre encontré una mano amiga.

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Las calles de Valparaíso (Chile)

  • ¿Inconvenientes de irte de Erasmus?

La burocracia es un infierno. Desde el primer momento, la universidad de origen (tu facultad) se desentiende y todo el papeleo es responsabilidad tuya. Buscar los planes de estudio, quedar con el coordinador para que firme unos documentos, convertir las horas lectivas a créditos (en Latinoamérica no siguen ese sistema), averiguar los horarios de las  clases, solicitar el visado en el supuesto de salir de Europa… Todo es tu responsabilidad.

Google ayuda muchísimo y todo aquel que se plantea marchar, adora encontrar testimonios de otras personas. Espero colaborar con este artículo. Si quieres información detallada, puedes darle a este enlace: Mi año de Erasmus en Chile. Por favor, muchas de las preguntas que me hacéis ya están respondidas en el blog. Ante cualquier duda, es mejor escribir en la parte de los comentarios y no en mi correo personal, seguro que vuestras dudas son útiles para otras personas. Beneficiamos a todo el mundo y, claro está, menos trabajo para mí.

Vuelvo a repetir lo mismo, aunque la burocracia es tediosa: irse de Erasmus merece la pena. Y no es necesario es millonario, yo estudié gracias a un sistema público de enseñanza y estiré mi beca a más no poder, además de complementarla con trabajos temporales o mis ahorros. Con poco, se puede hacer mucho y si se quiere se puede. Mi hermano mayor estuvo estudiando en Londres, en la misma situación que yo y fue capaz de estar allí un año. No hacemos magia.

Resumiendo, el verdadero inconveniente es que te guste tanto tu destino Erasmus que quieras quedarte. Ocurre especialmente cuando vuelves a casa, después de un año lejos de todo y de todos. Es rarísimo volver a la rutina y la depresión posterasmus. Con el tiempo, todo vuelve a la normalidad aunque igual eres la pesada del grupo que cuenta sus anécdotas viajeras.

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Los Andes desde el aire…

  • ¿Qué le dirías a alguien que esté pensando hacer un Erasmus?

Pues creo que lo he dicho todo, que no lo piense más y que firme el convenio. Es una experiencia que siempre recordará con cariño, a pesar de los días malos o los disgustos burocráticos. El dinero no puede ser un freno, porque muchos nos fuimos con poco.

Tampoco el idioma, la mejor forma de hablar otra lengua es estar rodeado las 24 horas del día. Nuestros abuelos, cualquier gallego lo sabe, emigraron a Alemania o Suiza sin haber salido antes de la aldea. Muchos no tenían formación formal y no dominaban otros idiomas, pero se buscaron la vida y aprendieron a vivir en ese nuevo país. Nosotros lo tenemos más fácil. Google facilita mucho las cosas y si algo he aprendido en mis viajes, es que al final la gente se entiende.

Si al final te decides, no estés solo con la gente de tu país de origen. Relaciónate con locales, busca grupos en internet y anímate a socializar. Un Erasmus no es solo irte de fiesta con los tuyos. Busca piso con otros estudiantes, ni siquiera eramus para que puedas conocer bien el país que ahora es tu hogar.

Puestos a pedir, lo ideal es irse un año. Cuatro meses en el extranjero no sirven para mucho, cuando te adaptas ya estás preparando las maletas para volver. Estar lejos de la familia y los amigos es duro, sobre todo cuando tienes un mal día y tienes ganas de quemar cosas. Sin embargo, hablando desde la experiencia, no merece la pena volver cada mes. Te dará un ataque de morriña y no pertenecerás a ningún lugar: perderás momentos con tus nuevos amigos, no seguirás una correcta rutina y dirás adiós a un montón de dinero. Disfruta de tu Erasmus, tu gente no se irá a ninguna parte.

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25 de julio del 2014. Frente al Pacífico, con un ataque de morriña.

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