Pamplona-Iruña, mucho más que toros

Navarra es muy especial. No por sus toros o los famosos Sanfermines, sino por el ambiente en las calles.
El ambiente en el centro es muy agradable, sin llegar a ser un suplicio tomar una caña en un bar. Es un lugar turístico, pero sigue siendo auténtico. Los lugareños dicen que cualquier época del año es buena, excepto principios de julio para evitar un millón de turistas.


Se habla euskera, aunque parte de los navarros han perdido la lengua de origen. El Casco Viejo estaba rodeado de una muralla, de la que se conservan algunas partes. La mayoría de las calles son peatonales y pensadas para las personas, es evidente ver la vida que hay en verano. Lo viejo se mezcla con lo nuevo, al igual que los museos y las reivindicaciones políticas en algunas fachadas.

No me despegué de la cámara. Me encantaría pasar una temporada en esta ciudad, incluso me agradaba el acento navarro. Espero volver muy pronto.

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