Blog feminista. Web de herstory. Diario de una emigrante en Rumanía
¿Por qué el color violeta es feminista?
El ocho de marzo se viste de violeta feminista. La imperdonable fecha de los feminismos de alrededor del planeta. Y este año lo vivimos de manera diferente, desde casa o en minúsculas recepciones en las plazas. Pero ahí seguimos, sin desaparecer del mapa. Porque el feminismo se entiende desde la equidad en el mundo privado y el espacio público, así que hoy toca tomar las calles aunque sea en la distancia. En Sen Enderezo te llevamos a dar un paseo por la historia del 8M poniendo mucho color violeta.
Todos los años, cuando llega el ocho de marzo teñimos de morado las vías públicas. Mujeres de múltiples formas, edades y trayectorias vitales nos unimos (una vez más) para reivindicar nuestros derechos. Siempre en plural. Por una sencilla razón, sería absurdo crear pequeñas cápsulas feministas y meternos en nuestra trinchera individual. Ese lujo podremos dárnoslo cuando en ningún rincón del mundo, ser mujer suponga un peligro.
Y es que los movimientos feministas son unos bichos que han mutado en sus tres siglos de historia. Con diversos planes de ataque siempre se ha llegado a la misma conclusión: queremos un mundo igualitario. En las últimas semanas en el contexto español se ha hablado del 8M y las invitadas a la fiesta violeta.
Voy a ser osada y resumir en un par de frases un complejo debate: los feminismos son inclusivos, democráticos y revolucionarios. Cualquier otra cosa, debería llevar otro nombre.
Así que, estés donde estés, ponte en faena. Alza la voz por las que fueron, son y serán. Brinda con todas y todes. Construye tu plan mental a tu gusto. Tómate el tiempo que necesites para prepararte. Únete a nuestra misión morada. ¡Bienvenida a la tropa!
Pilla los cascos, sube el volumen y escucha este 8M el último podcast feminista de Sangre Fucsia.
¿Por qué el 8M se celebra el Día de la(s) Mujer(es)?
Ocho de marzo de 1808, Nueva York. Alrededor de 15.000 mujeres reivindican la jornada laboral de 8 horas, el derecho al voto y la subida salarial. No piden más que lo mismo que tienen sus compañeros hombres. La convocatoria la firma el Partido Socialista de América y la secundan miles de trabajadoras. Ha nacido el Día Nacional de la Mujer.
Como en cualquier movimiento social, nada sucede por generación espontánea. Las mujeres de diversos puntos del planeta llevan décadas organizándose. Ponen sobre la mesa problemas que afectan a todas por igual. Las soluciones son diversas porque hay tantas trayectorias vitales como personas, pero el objetivo a abatir está claro: acabar con las injusticias.
Y es hora de hablar de nombres propios. Clara Zetkin puso voz a las ideas de muchas compañeras de lucha. Se presentó en la Conferencia Internacional de la Mujer Trabajadora en Copenhague para hablar de feminismo. El público alcanzaba el centenar de mujeres llegadas desde 17 países.
En 1911, el Imperio Austrohúngaro, Dinamarca, Alemania, EE. UU. y Suiza ya celebraban el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
La ONU tarda en reconocer tal fecha, en concreto tenemos que esperar hasta 1975.
El eslogan de 1996 me parece muy acertado: Celebrando el pasado. Planteando el futuro.
Cuando Rusia se unió a la lista, continuaban siguiendo el calendario juliano, por lo tanto el 8 de marzo caía en su 23 de febrero. También es un error marcar el 25 de octubre como una fecha relevante en la historia, ya que en realidad la Revolución Rusa comenzó en nuestro (calendario georgiano) 7 de noviembre.
El 8M está marcado por la justicia social, la lucha sindical y el coraje de querer acabar con una jerarquía que manda a las mujeres al último escalafón. Para esta tarea seguimos necesitando las manos de todas. Esta guerra se libra con el diálogo. Si las pioneras se levantaron contra las violencias, nosotras tampoco empuñaremos las armas.
Los feminismos son tan generosos, que no creen en las revanchas. El que diga que los movimientos feministas son lo contrario de la igualdad, simplemente no se ha enterado de qué va esta vaina.
Parece una pregunta de Trivial. Estamos tan acostumbradas al filtro violeta que no pensamos en por qué este color representa al feminismo. Además, las explicaciones son bastante interesantes.
146 trabajadoras mueren calcinadas en una fábrica de Nueva York
El 25 de marzo de 1911, las puertas de la fábrica neoyorquina Triangle Waist Company estaban cerradas a cal y canto. Una medida tomada después del supuesto absentismo laboral de las operarias. Echando el cerrojo se quitaban el (presunto) problema de encima.
Las edades de la plantilla van desde los 14 a los 48 años.
En la fábrica se produjeron algunos robos y la dirección decidió reforzar la seguridad de las entradas al edificio.
Estas mujeres eran trabajadoras del sector textil.
Las condiciones laborales eran tan deplorables que se produjo un incendio. Cuando las operarias se dirigieron a la salida, se encontraron con reforzadas puertas que estaban cerradas. Nadie abrió el cerrojo. El resultado fue 146 mujeres calcinadas. Fallecieron a causa de las graves quemaduras y la inhalación de humo. Entre las supervivientes hubo casos de suicidio.
Hay testimonios que afirman que de las altas chimeneas de la fábrica salía humo violeta. El día de este lamentable incendio, las trabajadoras estaban confeccionando blusas de este color. A partir de ese momento, las marchas feministas se enfundaron en morado para gritar en nombre de las que ya no están.
El morado es el resultado de mezclar el rosa y el azul
El feminismo es una red de pensamientos que une mujeres de todo el globo terráqueo. Un organismo vivo que busca fundir diversas opiniones. Y para esta compleja misión, hay que contar con aliados de varios bandos. Llegamos a este mundo y a los pocos segundos ya nos están envolviendo en una manta.
Si tu cuerpo tiene forma de niña, te toca el color rosa. Si tienes aspecto de niño, te quedas con el azul. A eso se le llama socialización diferencial, repetir hasta la saciedad que tu destino está marcado por una diferencia biológica. El asunto es tan complicado que lo hacemos sin darnos cuenta. Habrá comportamientos machistas más o menos sofisticados, pero todos estamos manchados.
Cuando las primeras feministas se empezaron a quitar las capas de paternalismos, eligieron vestirse con capas de color violeta. Ya que la sociedad se empeñaba en transformar lo físico en desigualdades sociales, mezclaron dos botes de pintura rosa y azul y esperaron a que la naturaleza siguiera su curso. Cogieron los pinceles y pintaron gordas franjas moradas.
Las sufragistas inglesas asaltan las calles con violeta
El voto femenino no llegó hasta nuestros días de cualquier manera. Se lo debemos a las feministas que dieron el paso por nosotras, en unos tiempos en los que abrir la boca era todo un acto revolucionario. Las sufragistas inglesas del Women’s Social and Political Union (WSPU) marcharon en 1908 contagiadas por las americanas, las neozelandesas y otras mujeres que querían conquistar las urnas.
Las pancartas exigían el voto universal. Muchas experiencias de vida consiguieron entenderse y fijar el mismo objetivo. La bandera ondeaba en lo alto marcando el cielo de morado.
Este 8 de marzo es muy probable que la indumentaria sea violeta por culpa de las sufragistas inglesas. Ellas eligieron este color en sus protestas. Y la verdad es que parece el mejor homenaje, porque si estas personas lograron pelear en grupo a pesar de las dificultades, ¿por qué nosotras teniéndolo más fácil no íbamos a hacer lo mismo? Ante la duda, un buen chapuzón en nuestra herstory suele ser revelador.
¿Qué otros colores representan al feminismo?
El blanco es pureza, paz y tranquilidad. El feminismo es un movimiento social pacifista. Por supuesto que es lógico que las mujeres que reivindican el fin de la violencia se vistan de este color. Salí de la universidad acuñando miles de palabras describiendo el papel de las mujeres en los procesos de paz. A veces de las formas más elocuentes. Las liberianas tomaron las plazas y organizaron una huelga de sexo para acabar con el absurdo de la guerra.
Otro libro imprescindible es Un sueño de paz de Leymah Gbowee.
El verde esperanza movió una marea por toda América Latina. Las argentinas no pararon hasta que consiguieron legalizar el aborto libre. Una lucha exhausta que unió varias generaciones para acabar con las interrupciones de embarazo clandestinas. Las perchas para el armario y las decisiones sobre los cuerpos femeninos para las mujeres.
En algunos países con pasado comunista no era legal el aborto. La Rumanía de Ceaucescu prohibió los métodos anticonceptivos y las interrupciones del embarazo. Mandó a la mujer a la casa entregándole el papel de madre. El ángel del hogar que velaría por las futuras generaciones rumanas. De hecho, también se encargaron de vaciar de todo simbolismo el 8M, rebautizándolo como el Día de la Madre.
El negro es otro color importante para el feminismo. Las polacas han hecho historia en las calles para dejar claro que el aborto tiene que ser legal, seguro y gratuito. Las muertes en la camilla de un local sin licencia tienen que terminar. La maternidad obligatoria no tiene sentido. Y las mujeres son capaces de tomar decisiones trascendentes por sí mismas.
Feministas polacas tomando las calles.
En Santiago de Compostela se tiñe de negro todos los años junto a otras ciudades. Se recuerda a las mujeres que quedaron por el camino y la emergencia social de exterminar las violencias machistas.
Las redes sociales, internet y las nuevas tecnologías pueden ser excelentes aliadas feministas. Acabemos con los comentarios machirulos, los dardos envenenados y sigamos tejiendo redes entre nosotras. Más en un escenario de pandemia, donde las emigradas tenemos que vivir el 8M muy lejos.
Mis deseos para este 8 de marzo son los mismos que todos los años. Quiero vivir sin pedir disculpas por ser una mujer. Basta de que ser niña en algunas partes del mundo sea una temeridad. Hace dos años, unas semanas antes de emigrar, pasé mi 8M en las calles con mi abuela, mi madre y otras muchas compañeras. Teñimos de violeta las calles, fundimos nuestros gritos y recordamos a las que no están y las que vendrán. El ocho de marzo va de sororidad y construir puentes. A mi lado estaban dos generaciones de mi familia y, con nuestras contradicciones, conseguimos ir en la misma dirección.
Cartel de la convocatoria del 8M en Bucarest. La misoginia es la otra pandemia. Que nadie se asuste, el #multumescpentruflori (gracias por las flores) va en sentido irónico.
Ahora, en un apartamento de Bucarest y acompañada de mi perra, toca pasar el 8M entre cuatro paredes. Ante la amenaza de la pandemia, las rumanas han convocado una pequeña concentración en el centro de la ciudad. Yo he decido quedar en casa. Sin embargo, el Coronavirus no me ha robado las ganas de aportar mi granito de arena. Al igual que sé que tampoco ha aplacado la fuerza de otras compañeras. Seguiremos dando la murga todo lo que haga falta. Y si tú puedes ocupar los espacios públicos, siguiendo las medidas sanitarias pertinentes, recuerda que aunque estamos separadas por la distancia (hasta social) tu grito también es el mío. Al fin y al cabo, todas llevamos las gafas violetas.
Explora qué es realmente la maternidad con la película de Alauda Ruiz de Azúa «Cinco Lobitos». Goya a la mejor actriz protagonista para Laia Costa y Goya a la mejor actriz de reparto para Susi Sánchez.
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Soy socióloga, feminista e inmigrante en Rumanía. Trabajo de SEO Copywriter y vivo de la escritura y lo que posiciono en Google. Nací en un pueblo de Pontevedra (Galicia, España) en 1994 y durante un tiempo fui Belén de ANHQV, una millennial con más empleos que la Barbie. Pero a mí lo que me gustaba era contar historias protagonizadas por mujeres.
Gracias a mi profesora de Historia de 2° ESO, Pilar, apareció esta pregunta en mi cabeza: ¿dónde estaban y qué hacían las mujeres de esa época? Además, por suerte, mi abuela y mi madre siempre me han contado anécdotas familiares. Entonces, ¿por qué no juntar todo en una web feminista?
Eso hice. Y aquí sigo, ahora en Bucarest, aporreando el teclado de Sen Enderezo que funciona desde 2014.
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