¿Por qué las mujeres se metían a monjas? Y 4 reinas también

En algunas ocasiones, hemos visto que las reinas también cogen el hábito religioso. Tras una vida en la realeza, descubren su vocación y abandonan la agenda pública. Hay nombres más conocidos que otros, pero en este artículo de Sen Enderezo queremos contarte la herstory completa. ¿Por qué una princesa estaría dispuesta a internarse en un convento?

4 reinas y princesas que se hicieron monjas

1. Princesa Ileana de Rumanía: dos matrimonios, dos divorcios y una monja ortodoxa

Empezamos esta travesía por las vidas de las monjas que fueron reinas. Haciendo un homenaje a mi país de emigración, la primera invitada es la Princesa Ileana de Rumanía. Dijo el sí quiero en el altar dos veces, firmó los papeles del divorcio en ambas ocasiones y, después de las experiencias amorosas con mortales, se casó con Dios.

Madre Alexandra, como se hizo llamar después de ordenarse, fue la hija más joven del rey Ferdinand I y la famosa María de Rumanía. No se trata de una mujer de la realeza cualquiera, ya que también es nieta de las reinas Victoria de Inglaterra y María II de Portugal. En definitiva, un árbol genealógico digno de envidiar. 

Princesa Ileana de Rumanía (1909-1991)
  • Nació en Bucarest en el año 1909 y tuvo una longeva vida. Nos dejó en 1991, poco tiempo después de la caída del comunismo y su regreso del exilio.
  • Destacó por su trabajo en hospitales y asociaciones de carácter social. Hasta fue la jefa de la Asociatia Ghidelor si Ghizilor din Romania (1928), un club de girl scouts
  • Residió en el mismísimo Castillo de Drácula en Bran. Durante su estancia en Transilvania, fundó un centro médico en honor a su madre la reina María de Rumanía.

La verdad es que Ileana tenía unas rutinas muy entretenidas. Sin duda, rompió con la tradición aristocrática de pertenecer entre cuatro paredes. Probó tantas experiencias a lo largo de sus 82 años de existencia, que hasta llegó a ser monja. Eso sí, primero estuvo casada y divorciada.

  • El 26 de julio de 1931 se celebró por todo lo alto su boda. El banquete fue en el Castillo de Peles (Sinaia), en el corazón de Transilvania.
  • El cónyuge era el Archiduque Anton de Austria
  • Carol II organizó el matrimonio de conveniencia
  • Y para rematar, alguien de la familia de los Habsburgo no podía vivir en Rumanía. Ya sabes, las eternas disputas entre húngaros y rumanos. Por lo que Ileana y el archiduque comenzaron su vida de casados en Austria.

Lejos de quedarse en casa, la princesa rumana aprovecha su estancia en Austria para colaborar con un hospital. Allí atiende a soldados rumanos y otros enfermos. Hasta que en 1944, la familia real puede volver a Rumanía. Fijan su residencia en un sitio que ha derramado litros de tinta en la literatura: el Castillo de Bran, donde en teoría vivió el vampiro más famoso de la historia.

Ileana está de nuevo en casa, pero debe asumir ciertas condiciones. El gobierno comunista mantiene en arresto domiciliario a su esposo, mientras ella trabaja en un centro de salud. Poco faltaba para que Mihai I pasase a ser el último rey de Rumanía. La abdicación del monarca supuso hacer las maletas.

La primera parada en el exilio fue Viena, para luego instalarse en Suiza, Argentina (1950) y Estados Unidos. En este último país sí que dio un cambio radical, porque dejó de ser princesa para fundar un convento. 

  • Primero, desde América se empeñó en criticar el comunismo de Rumanía
  • Colaboró con la Iglesia Ortodoxa Rumana de EE. UU., para después crear su propia orden dentro de esta religión.
  • Escribió los libros I live Again y Hospital de the Queen’s Heart. Cuenta cómo fue la última década en Europa del Este y su labor sanitaria.

Y en 1954, pide el divorcio. Si aquello fue un escándalo, suponemos que un matrimonio de segundas nupcias también se hizo eco en la prensa. No espero ni un año para comprometerme con Stefan Nikolas. Sin embargo, por algún motivo, no se entendieron.

Divorciada por segunda vez, Ileana dijo basta. En la década de 1960 se internó en un monasterio de Francia. Convencida de su fe cristiana, se convirtió en monja. Su matrimonio con Dios sí que fue para toda la vida. 

  • Ya  bajo el nombre de Madre Alexandra, vuelve a Estados Unidos y funda el Orthodox Monastery of the Transfiguration de Pennsylvania. 
  • Fue el primer monasterio ortodoxo norteamericano en el que se hablaba inglés. 

Antes de regresar a Rumanía después de su largo exilio, conoce a la princesa Alicia de Battenbrerg. Esta noble griega fue la suegra de Isabel II de Inglaterra y monja.


2. Alicia de Battenberg: religiosa y suegra de Isabel II de Inglaterra

La madre de Felipe de Edimburgo es Alicia de Battenberg. Vivió con toda clase de lujos, lo esperable para alguien que nace en el Castillo de Windsor. La nieta de la reina Victoria contrajo matrimonio con Andrés de Grecia (1903). Recibió regalos de las casas reales de Europa, pero el objeto más especial fue una tiara que luego fue el anillo de pedida de Isabel II.

Pasan a vivir en el exilio a partir de 1917. Un par de décadas después, siendo Felipe todavía un niño, internan a Alicia en un sanatorio de Suiza. La causa es una profunda crisis religiosa, que después se transforma en un diagnóstico de esquizofrenia. Por supuesto, la princesa se somete a tratamientos experimentales que incluyen rayos X que exterminan su libido.

El cristianismo ortodoxo es la religión mayoritaria en Grecia, Rusia o Rumanía. Sin embargo, a diferencia del catolicismo que tiene un único Papa, cada país tiene su propio patriarca. También existen otras diferencias culturales e interpretaciones del culto.

Al conseguir el alta médica, se instala en un convento con otras religiosas. Coge los hábitos y pasa a llamarse Madre Superiora Alicia-Isabel

  • Durante la II Guerra Mundial volvió a Grecia y trabajó para la Cruz Roja.
  • Su familia estaba dividida en dos: un hijo a las órdenes de la Marina Británica y tres hijas casadas con oficiales nazis.
  • Sin embargo, la princesa se enfocó en su labor humanitaria. Acogió en su casa de Atenas a judíos represaliados. 

Lejos de la guerra, a finales de la década de 1960, se mudó al Palacio de Buckingham. Pasó la recta final de su vida rodeada de su familia y las comodidades de la realeza.

Alice of Battenberg

 “Querido Felipe, sé valiente y recuerda que jamás te abandonaré y siempre me encontrarás cuando me necesites. Mi amor más devoto, tu vieja madre”.

Dedicó sus últimas palabras a su hijo


3. Isabel Fiódorovna de Rusia: Madre Superiora del convento y viuda

La duquesa y santa Isabel Fiódorovna de Rusia (1864-1918) también se hizo monja. Antes de ser canonizada en 1981, declarada mártir y crear una leyenda, estuvo casada con un hombre. Por los años en los que le tocó vivir, habrás caído en la cuenta de que una aristócrata tenía ciertas dificultades.

Pero antes de llegar a su etapa final y por qué vivió en un convento, vamos a contarte quién fue Fiódorovna.

  • La Revolución Rusa buscaba la igualdad social, así que no había lugar para mantener una casa real.
  • Isabel era la hermana de la emperatriz, esposa del zar Nicolás II. Además de hija de unos nobles alemanes e ingleses
  • En la Corte se rumoreaba que Isabel y Alejandra no tenían una buena relación de hermanas. Uno de los puntos de discusión era el nivel de lealtad de Rasputín. Todo lo que hayas visto en Disney es mentira.
  • Se casó con el hijo de un zar, Sergio Alksándrovich (1857-1905). Para quedar viuda tras el asesinato de su marido.

Su segundo matrimonio fue con alguien superior a un ser humano. En 1905 fundó el Convento de Santa Marta y Santa María, donde reside con otras religiosas. ¿Qué pasó con Isabel cuando falleció? El cuerpo de la mujer tuvo que esperar un poco para descansar en paz. 

Primero estuvo una temporada en Pekín, hasta que demolieron el Mausoleo Ortodoxo Ruso en 1957 para construir un parking. Así que llevaron a la santa a la Iglesia de María Magdalena en Israel.


4. Josefa Amalia de Sajonia: la esposa que no se quería acostar con Fernando VII

La tercera esposa de Fernando VII fue Josefa Amalia de Sajonia. Apenas tenía 16 años, pero el rey rozaba la cuarentena y quería engendrar a su primer hijo. Por eso contactaron con la joven de los Sajonia. Nunca pensaron que la muchacha tenía más vocación religiosa que interés por el monarca español.

  • Pasó la peor noche de bodas. Josefa estaba aterrorizada con la idea de acostarse con Fernando VII
  • En realidad, ella sentía que aquello era un acto en contra de las leyes divinas. Se crió en un convento y siempre mostró aptitudes para seguir vinculada a esta institución de por vida.
  • El Papa Pío VII tuvo que interceder para explicar que un matrimonio cristiano podía y debía hacer uso del mismo. A Josefa no le convenció aquella intervención, por lo que siguió pensando que mantener relaciones sexuales con el rey era un pecado capital.
  • Por la Corte corrían todo tipo de historias escatológicas de la alcoba de los reyes. Por resumir, diré que Josefa de Sajonia nunca quiso un encuentro carnal con el español. Ni siquiera hablaban el mismo idioma. 

Fernando VII seguía cegado por su idea de tener un hijo varón, así que acudió a los mejores médicos. La solución a sus males fue recetar a la reina el balneario de Alcarra de Sacedón. Las aguas termales iban a preparar su cuerpo para concebir, al igual que cuenta la leyenda de las 9 olas de A Lanzada (A Coruña).

María Josefa Amalia de Sajonia (1803-1829)

“De este viaje salimos todos preñados menos la reina.” El rey dijo esto refiriéndose a los tumbos que daba el carruaje durante la travesía.

Por mucho que se empeñaron, Josefa invitaba al monarca a rezar el rosario cada vez que le rozaba. Y lejos de su mal avenido matrimonio, la reina era una mujer culta. Escribía poesía y dedicó muchas páginas a sus conversaciones con dios. Por culpa de unas fuertes fiebres, murió a los 25 años y sin descendencia. 

María Isabel de Braganza fundó el Museo del Prado en Madrid. Fue la Reina de España y esposa de Fernando VII, a quien no le interesaba la cultura o el arte. Esta mujer de origen portugués se encargó de recuperar los cuadros que estaban en húmenos sótanos.


¿Por qué las monjas comían trozos de jarrón?

Hace unos días, en el podcast Venenos de Sangre Fucsia, escuché que las monjas comían jarrones. Quedé tan alucinada que no encontraba el momento para contarlo. Y en este artículo sobre reinas y princesas que se cogieron los hábitos, he visto la excusa para poner la burofagia sobre la mesa.

Antes de nada, quiero citar a mi fuente principal. La que puso voz al arte del barro, en el podcast que mencioné, fue la autora del blog Registro Luego Existo. Desde luego, yo ya sigo sus artículos sobre arte y feminismos.

  • Natacha Seseña es la historiadora que acuña el término de bucarofagia, que no es otra cosa que comer pedazos de un jarrón de barro (búcaro).
  • Y ahora te preguntarás, ¿por qué las mujeres ingerían trozos de estos recipientes rojizos de cuello largo?
  • El recipiente se usaba para portar agua aromatizada con canela y anís. El barro absorbe el líquido, lo vuelve más blando y queda listo para comer.
  • En los siglos XVI y XVII, creen que cura la palidez. Otros afirman que el alto hierro corta las hemorragias (en este mismo saco meterían el control de la menstruación). Y hasta se llegó a usar un búcaro como método anticonceptivo, ya que retrasaba la regla y (en teoría) impedía la concepción.

He dejado para el final el mejor uso de la burofagia. Comer barro podía causar visiones místicas. Ahí es cuando entran en juego las monjas, que seguían esta práctica para acercarse al mundo divino. Las clarisas fabricaban los búcaros que llegaban a los conventos de toda España. Parece que llegó a ser un vicio, por lo que el Padre San Jerónimo intervino en 1596 para acabar con estos viajes espirituales.  

Santa Hildegarda de Bingen fue una monja alemana del siglo XI que cambió el Cristianismo. Fundó su propia orden con normas más laxas que otras congregaciones religiosas. Escribió sobre ciencia, religión y sexualidad. Vivía en el convento y era monja, pero Hildegarda yo creo que fue la primera mujer que describió qué es un orgasmo femenino. Y para terminar con su interesante biografía, existen teorías que dicen que la santa mantuvo una relación amorosa con otra interna. 


Poco se ha hablado de cómo vivían las religiosas y qué hacen las monjas en la actualidad. Las 4 reinas de nuestro artículo estuvieron casadas, divorciadas y viudas. Hasta que al final encontraron su verdadera vocación, aunque Josefa de Sajonia nunca llegó a coger el hábito, ella ya era una monja ante los ojos de todos. Convivir en comunidad, conlleva un estilo de vida muy interesante (al menos a mí me lo parece).


Bibliografía y fuentes sobre las reinas y princesas que se hicieron monjas

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