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7 curiosidades del oficio de lavandera
Lavar la ropa puede parecerte insignificante. Es verdad, eso de frotar y secar suena aburrido. Sin embargo, qué dirías si te cuento que para algunas implicó ganar su primer sueldo o emprender un negocio propio. Siempre hablan de la revolución de la lavadora porque nos ahorra varias horas de trabajo, pero en Sen Enderezo vamos a contarte las 7 curiosidades del oficio de lavandera que lo cambió todo.
7 curiosidades del oficio de lavandera. Un recorrido por la herstory
En este blog feminista, ya hemos escrito sobre otros trabajos invisibilizados propios de las mujeres. Echa un vistazo al final o vete directamente al apartado Los empleos que eran para ellas.
1. ¿Por qué el lavadero era el bar de las mujeres de la época?
Porque era el lugar de encuentro de todas las mujeres de la zona. Y a lo largo de este artículo te lo explico.
Los lavaderos se instalaron en los espacios públicos de las ciudades. Las mujeres se acercaban a las orillas de un río en pleno invierno. A veces sumergidas en el agua porque no había otra opción, ya que en el pueblo no contaban con un lavadero de piedra.
Cuando vivíamos sin las comodidades de la modernidad, muchas mujeres se arremangaron la blusa y metieron las manos en agua enjabonada. Y durante esas horas de trabajo, hablaban de sus cosas con otras vecinas.
Otra vez más en este blog, recojo las palabras de mi abuela. Ella nació en una aldea del interior de la provincia de Pontevedra. Por supuesto, en la década de 1950, no había electrodomésticos en las casas humildes de Galicia. Tres o cuatro días por semana, echaba las prendas de toda la familia en un cubo y se acercaba al lavadero.
Había dos chicos en la prole y un padre, aunque aquello de las labores del hogar parecía llevar sello femenino. Solo mi abuela, la tía Pura y mamá María (mi bisabuela) se acercaban a aquel lugar: el lavadero oficial.
Sábanas, pantalones llenos de tierra, ropa interior de un solo color… Todo eso metido en un cesto de mimbre de elaboración casera. Hoy ese recipiente sería hipster, de aquella era un símbolo de subsistencia.
¿El ritual consistía en frotar con fuerza y dejar la ropa al clareo después? No. Siguiendo el testimonio de mi abuela, la mejor fuente bibliográfica con la que cuento, ir al lavadero era el ocio del momento.
Y antes de que pienses que es una simplificación, ten en cuenta lo siguiente.
Las chicas como Alicia, mi famosa abuela, casi no tenían tiempo libre. El día comenzaba con la salida del sol y terminaba al lavar el último plato de la cena.
Entonces, ¿cuándo hacían amigas? Mientras realizaban los trabajos de la huerta y las labores domésticas. El lavadero es lo que mi generación llama «salir a tomar unas cañas». Un sitio de encuentro exclusivo para las mujeres del pueblo.
La testosterona no estaba bien vista en esas latitudes. Querían tener la libertad de hablar de sus cosas sin la penetrante mirada de un hombre. Contar qué ocurría en su matrimonio, describir el pretendiente con el que se carteaba, cotillear sobre las deudas del vecino… Lo que viene siendo una buena cháchara entre muchachas.
Para que lo entiendas de forma sencilla: piensa en Cuéntame cómo pasó. Los guionistas reflejaron bien los espacios típicos de las mujeres vs hombres. Mientras las primeras estaban más en casa o en la peluquería, ellos tomaban vinos en la taberna y trabajaban en imprentas y otros oficios clásicos. En la Galicia rural, el lavadero era una especie de Meyni.
En la cultura gallega hay cantidad de canciones populares protagonizadas por voces femeninas. Letras que narran los oficios, las formas de vida y anhelos. Y esa música era la que sonaba en los lavaderos.
Tanxugueiras es el grupo de gallegas que lo está petando. Mezclan la música tradicional con los sonidos modernos. ¡Actitud no les falta! Es un candidato para Eurovisión, mi SÍ ya lo tienen.
En el podcast de Carne Cruda hicieron una pequeña entrevista a las componentes de Tanxugueiras. Todas las mujeres que cogieron el micrófono molan.
La limpieza de la casa, lavar kilos de ropa y tener lista la comida a su hora sigue siendo trabajo gratuito. Al menos en muchas ocasiones. Para ser lavandera hacía falta estar en forma y aceptar los caprichos de la meteorología. No todas podríamos transportar nuestro propio peso – o más – en un cubo sobre la cabeza. Pelarnos las manos porque las metimos horas en el agua. Y tampoco es fácil tener un sueldo pequeño o, directamente, hacerlo gratis.
Por lo tanto, la figura de la lavandera merece un hueco en este blog feminista.
2. ¿Solo podían trabajar como lavanderas las mujeres?
Viajemos en el tiempo. Estamos en la Antigua Roma y ¡sorpresa! Vemos a un hombre con una pastilla de jabón limpiando túnicas blancas. Los lavadores, por darles un nombre, se desplazaban a lasfullonicaepara realizar este oficio.
Los primeros papeles femeninos en el teatro fueron interpretados por hombres. Los tacones mostraban diferentes status y ayudaban con la ambientación. En Sen Enderezo te explicamos por qué las mujeres no participaban.
Me juego mi sueldo a que cuando te hablaron de Hipócrates en Filosofía de Bachillerato, el profesor no dijo ni mu sobre De diaeta, pieza en la que se describen estas tareas. Si quieres investigar otras fuentes, puedes echar un vistazo ala Historia Natural de Plinio. No obstante, creo que lo más didáctico es visitar los restos arqueológicos de Pompeya, Herculano y Ostia.
El lavado de vestimenta era un auténtico negocio en auge en la Roma Antigua. No había paro en la profesión y solo aceptaban el currículum encabezado por un nombre en masculino.
¿Por qué las mujeres de la época no eran lavanderas? Porque ellas lo hacían gratis en el ámbito privado. Ya lo dice el refrán: la mujer en casa con la pata quebrada. Realizaban la misma tarea, pero solo para la familia y sin sueldo.
Cuando pensamos en Roma, nos vienen a la cabeza conceptos como la higiene, la ciudadanía y el desarrollo. Esta civilización necesitaba servicio de lavandería de pago y los hombres se encargaron de monopolizar el sector. Y, evidentemente, en casa tenían a la esposa trabajando 24/7.
Y con este legado, llegamos a la España del siglo XIX, cuando se construyeron los lavaderos en los que nuestras abuelas se dejaban los riñones.
3. ¿Cuándo se construyeron los lavaderos municipales?
Entre 1850 y 1950 se inauguraron lavaderos por la geografía española. Fue una política de modernización y un intento para garantizar condiciones mínimas de higiene. Por ejemplo, Granada estuvo a la vanguardia y a las orillas de los ríos Darro y Genil encontramos estas instalaciones.
¿Continuaban siendo los hombres quienes realizaban este oficio? No, las cosas han cambiado mucho desde los romanos. Las lavanderas eran mujeres de clase baja o media. Todo el mundo tenía que llevar limpia la ropa, pero hasta en esto hay diferencias según el estrato económico:
Las personas más pobres iban por las casas pudientes preguntando si tenían prendas para lavar. Un servicio de lavandería a domicilio y con entrega al poco tiempo. El salario de estas mujeres era muy bajo.
¿Cómo se conseguía este empleo? Los estudiosos del tema indican que las granadinas y otras españolas ofrecían sus servicios en los márgenes del río y los propios lavaderos. Sin embargo, no está claro cuál era y cómo funcionaba el LinkedIn del momento.
Las clases medias podían darse «el lujo» de ocuparse solo de su vestuario. Por lo tanto, las esposas iban al lavadero como parte de su rutina. En otras palabras: un trabajo de ama de casa, invisibilizado y sin cotizar.
En numerosas viviendas del siglo XIX y principios del XX no había agua corriente. Menos todavía un lavadero privado, eso vino después. Así que, las mujeres pagaban una pequeña entrada para usar el lavadero municipal si era de gestión privada. Sin embargo, la mayoría de las veces pertenecían al ayuntamiento y eran públicos.
De este modo, nacieron los impuestos y las normativas relativas al uso del agua. Quedaba prohibido ensuciar los cauces y solo se podía lavar en los lugares que señalaba la alcaldía. Y es a partir de ese momento que encontramos fontaneros en la ciudad encargados del aljibe.
Los cuidados y todo el trabajo gratuito que se hace en el hogar no cuenta para el Estado. Tampoco la sociedad suele poner atención sobre estas tareas extra que realizan las mujeres todos los días. Por eso, uniformadas con una bata, hemos hecho un tributo a las abuelas.
Un breve repaso por los derechos laborales de las lavanderas
Como te imaginarás, las clases más humildes eran las que vendían su tiempo a cambio de dinero. Muchas mujeres de los pueblos cercanos a la ciudad se acercaban a las casas de la capital y buscaban su jornal.
Pero ¿desde cuándo la mujer trabajar fuera de casa?
La primera vez que en España se defendió el derecho de la mujer a ganarse un salario fue en 1785. En concreto, tenemos que hablar del texto de Jovellanos: Informe dado a la Junta General de Comercio y Moneda sobre el libre ejercicio de las artes.
“Yo conozco, y todos conocemos países, no situados bajo los distantes polos, sino en nuestra misma península, donde las mujeres se ocupan en las labores más duras y penosas, donde aran, cavan, siegan y rozan, […], donde trabajan a la par del hombre en todas sus ocupaciones y ejercicios. Aun hay algunos en que nuestras mujeres parece que han querido exceder á la de los pueblos antiguos. Entre ellos, el oficio de lavanderos se ejercía casi exclusivamente por hombres ¿Puede haber otro más molesto, más duro, más expuesto a incomodidades y peligros? Pues este ejercicio se halla hoy a cargo de las mujeres exclusivamente en las cortes y grandes capitales, esto es, donde se abriga la parte más delicada y melindrosa de este sexo”.
Informe dado a la Junta general de Comercio y Moneda sobre el libre ejercicio de las artes (S. XVIII)
Las condiciones de trabajo de las lavanderas de 1900 seguían siendo muy precarias. Estaban sometidas a enfermedades relacionadas con la humedad, el estrago de la piel y los sabañones que sufrían en el invierno. Usaban sosa, aceite reciclado, lejías… y otros productos a base de jabón casero. Hubo que esperar para ver bancas en los lavaderos y que la estructura estuviese cubierta.
En los pueblos era común encontrarse con mujeres que frotaban las prendas dentro del río. No tenían otra opción si querían cumplir con la tarea.
Siguiendo con el ritual, las sábanas se estiran sobre el campo. A esto se le llamaba clareo. Otras veces, colgaban las telas en cuerdas y otras estructuras.
Y para terminar, tocaba trasladar kilos de ropa hasta la casa del cliente o su propia vivienda. En algunos casos, la lavandera profesional contaba con la ayuda de un hombre que se encargaba de hacer las entregas. Una especie de servicio express de lavandería. La licencia tenía que estar concedida por el ayuntamiento.
Las normativas sobre este sector, que regulaban dónde realizar estos trabajos, también tienen que ver con la moralidad. No querían que las mujeres perdieran la compostura a ojos del público. Ellas se arremangaban, subían la falda y se movían de forma frenética. Mejor mantenerlas en espacios cerrados.
Asilo para los hijos de las lavanderas – la primera guarderíade Madrid
La conciliación familiar sigue siendo la gran lucha de la mujer del siglo XXI. Y estas reivindicaciones vienen de largo. Piensa en la Barcelona de 1850, donde el empleo de lavandera cumplía con la normativa. La investigación de M. Tatjer (2002) es crucial para conocer la herstory de las protagonistas de nuestro artículo.
La reina María Victoria, consorte de Amadeo I, aprobó la creación de la primera guardería de Madrid en la que podrían dejar a los hijos de las lavanderas. Las madrileñas del Manzanares utilizaron el asilo mientras cumplían con su jornada laboral a los márgenes del río.
Había capacidad para 300 personas y se aceptaban a bebés y niños menores de 5 años. Recibían clases de cultura general, alimento y había ocho camas a disposición de las mujeres que sufrían accidentes mientras trabajaban.
Las empleadas de la institución eran las religiosas de la Caridad. Los historiadores cifran en 4.000 lavanderas asalariadas a finales del S. XIX. ¿Hasta cuándo existió este empleo? Madrid se modernizó en 1926 con la canalización del agua del Manzanares. Por lo tanto, se terminó lo de lavar en el río.
“Cerdá en su Estadística Obrera de 1856 censó a las mujeres que trabajaban en este oficio y afirmó que las lavanderas eran entre 340 y 370 mujeres y se dividían en tres clases según su salario: las primera, entre 60 y 70, la componían las coladoras (bugaderas) del interior de la ciudad que cobraban 5 a 6 reales por día, la segunda, de 90 a 100, las coladoras de los pueblos de los alrededores que ganaban de 4’5 a 5 reales por día, y la tercera las ayudantas, entre 190 y 200 mujeres, que se alquilaban a razón de 0´48 reales por hora de trabajo”.
Documentación recogida por M. Tatjer
Una lavandera cobraba menos que la peinadora, la zapatera y cualquier empleo feminizado. Sin embargo, fue el motivo de la emigración de las muchachas andaluzas que se instalaron en Cataluña a principios del S. XX. Por motivos evidentes, que tienen que ver con la falta de regulación, solo podemos ver el número de andaluzas con este oficio en el Padrón municipal a partir de 1930.
4. ¿Cómo llegaron las mujeres a ser empresarias en el sector de la lavandería?
Que las mujeres fuesen emprendedoras hace doscientos años, nos han hecho creer que era algo atípico. Es cierto que no era la regla general, pero ¿qué ocurría con las viudas? Quedaban sin los ingresos del marido, por lo tanto, la ley permitía que tuviesen propiedades siempre que incluyeran a sus hijos.
Las pioneras en la fotografía de Aragón fueron en su mayoría viudas. Trabajaban en la parte trasera de los estudios con nombres como «Viuda de Fernández e hijos».
La viuda Vicenta Carrillo solicitó la licencia de su lavadero en 1919. No pudo hacerlo directamente, así que utilizó a Antonio Contreras como intermediario. La ubicación seleccionada fue número 10 de la Cuesta del Caidero (Granada). Ella lo quería para uso privado.
Dolores Romero Pozo, viuda de las Heras, construyó un lavadero adosado al garaje.
5. ¿Hubo denuncias por robos, hurtos y despilfarro de agua pública?
Sí. Hecha la ley, hecha la trampa. Hay salseo en cuanto al mundo del lavado y planchado de ropa. Vamos primero con las la legislación que fue saliendo a la luz, para que te vayas haciendo una idea del contexto:
Las Reales Órdenes de 1742 ya prohibía lavar la ropa fuera de los recintos de la ciudadela de la Alhambra en Granada destinados a esta función.
Sin embargo, hay otra documentación que indica que ya en la Edad Moderna se regulaba el uso del agua.
En Granada, las lavanderas trabajaban en el centro de la ciudad. Pero no era la regla porque en Madrid se concentraron en la orilla del Manzanares.
Una ley limitó el secado de la ropa en los balcones. Si tú querías tender una prenda, tenías que hacerlo por la noche y retirarla antes de las 8:00.
Bien, pues hubo personas que no cumplieron las normas.
María Jacoba Martín se enfrentó a las autoridades en 1815 porque extravió las aguas de la acequia de Aynadamar para su lavadero. El alcalde de Granada le puso una elevada multa.
Ana Mellado era propietaria de un lavadero en la misma ciudad y Francisca Sánchez le robó agua para regar su huerto. A mediados del siglo XIX, ya existían los pleitos en los juzgados.
Hasta la iglesia debía dar explicaciones. En 1803, el Hospital de Nuestra Señora del Pilar y el lavadero del Convento de Santa Isabel tuvieron sus desacuerdos en cuanto al uso del agua. Treinta años después, las monjas pondrían una denuncia a un vecino (Manuel Freire) que no cumplía con el horario del riego público.
6. ¿Por qué hacer un homenaje a las lavanderas en 8M?
Todas necesitamos ropa para abrigarnos y alguien tiene que limpiarla. Durante mucho tiempo, las mujeres eran las encargadas de las tareas domésticas y los cuidadanos. En exclusividad. Por lo tanto, parece de justicia poner el foco sobre estas trabajadoras gratuitas al menos una vez al año. Luego, algunas empezaron a hacerlo por dinero, pero estando muy lejos de los varones en cuanto a derechos laborales.
Lavaderos de Santiago de Compostela y el trabajo de la Plataforma Vecinal de Galeras
Esta opinión es compartida por una compatriota. Encarna Otero y la Asociación Vecinal de Galeras (Santiago de Compostela) han investigado la importancia de las lavadoras de la ciudad. Para darle mayor visibilidad, aprovecharon el8M del 2017 y Otero realizó charlas por varios colegios.
Las aguas del río Sarela llegaban a los lavaderos de Santa Isabel y Carme de Abaixo. Instalaciones en las que las criadas y amas de casa limpiaban kilos de ropa.
¿Por qué en Galeras? La ubicación es importante porque aquí estaba el Hospital Real, el Cuartel de Santa Isabel y los prostíbulos que hasta hace poco ocupaban las calles del Pombal y Hortas. Cientos de sábanas, toallas y uniformes de trabajo para lavar. Por eso en Galeras hubo muchas chicas de aldea que emigraron a la ciudad para ejercer el oficio de lavandera.
Los lavaderos de Espiño, Cornes, Brañas de Sar, O Pozo… guardan herstory de las compostelanas. En mi pueblo, hace un par de años, una asociación juvenil limpió la zona del lavadero municipal, pero seguimos esperando a que las autoridades se encarguen de ello.
¿Qué más podemos contar sobre las aguas de Compostela? En los márgenes del río Sarela había curtidoras y la famosa fábrica de la luz. La antigua Fenosa tuvo que vérselas con una cooperativa que instaló una turbina y ofrecía precios económicos. Las disputas sobre la subida de la luz tienen ya unos años.
Qué pasaba en el Río Sarela de Compostela
Planchadoras y lavanderas a la huelga de 1909. Las olvidadas del Movimiento Obrero
El Levantamiento de las 20.000 fue un paro de las trabajadoras del textil. Miles de mujeres lavanderas, planchadoras y otros oficios que se declararon en huelga para conseguir sus derechos laborales. Muchas eran inmigrantes de origen europeo que llegaron a Nueva York para cumplir el famoso sueño americano.
¡Mujeres a la huelga!
Las protestas empezaron en noviembre de 1909 y terminaron en febrero del año siguiente. Se pusieron en pie para exigir salarios más altos y seguridad. Accidentes como el incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York demostraron que estas protestas eran necesarias.
7. ¿Por qué no se habla de las lavanderas y otros oficios feminizados?
Las lavanderas de la II Guerra Mundial en La guerra no tiene rostro de mujer
La Premio Nobel de Literatura 2015, Svetlana Alexiévich, entrevistó a decenas de soviéticas que participaron de manera activa en la Segunda Guerra Mundial. Comandantes, aviadoras, enfermeras… y lavanderas. Las mujeres que limpiaban las camas de los hospitales de campaña y lavaban las sábanas ensangrentadas, no salen en los libros.
La guerra no tiene rostro de mujer debería ser una lectura obligatoria en Bachillerato.
Las protagonistas de la obra describen cómo intentaban desprenderse del olor a muerte. Las lavanderas trabajaban durante horas para recuperar los uniformes manchados con la sangre de los compañeros. Desde luego, aquello no era como en las películas.
¿Dónde están las lavanderas en Downton Abbey, Llama a la comadrona y Tiempos de Guerra?
En los dramas históricos, casi no aparecen lavanderas. Los trajes de los señores aparecen impecables por arte de magia. Las sirvientas lucen cuidadas melenas y las dueñas de casa cuentan con un amplio fondo de armario.
Anna, doncella personal de Mary en Downton Abbey, jamás puso las manos en el jabón.
Call The Midwife es la City de Londres antes de 1939. Las enfermeras visitan apartamentos humildes en los que polacas, húngaras y otras inmigrantes intentan dar a luz. También hay inglesas entre las familias. Pedalean los barrios más humildes, traen bebés a este mundo y no se despeinan nunca. En las series de la BCC poco se habla de cómo lucían realmente esos uniformes.
Tiempos de Guerra es una producción española y se centra en la Guerra de Marruecos. Un desastre nacional que llevó a la tumba a muchos jóvenes. En medio de los tiros, pero eso sí, Amaia Salamanca y sus compañeras lucen impecables.
¿Conocías qué había detrás de los lavaderos? La herstory se oculta en los lugares más extraños, pero Sen Enderezo seguirá rascando hasta que salga a luz. Hoy le ha tocado al oficio de lavandera, quizá el trabajo con menor prestigio de la historia.
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1. Las teleoperadoras tenían que ser jóvenes y solteras. Las verdaderas chicas del cable no tenían las mismas condiciones laborales que vimos en la serie, pero sí que lograron cierta independencia.
2. La primera mujer empresaria del motor y camionera profesional era gallega. No contenta con estos logros, marcó un hito en el marketing del marisco de Costa da Morte y trasladó soldados durante la Guerra Civil.
3. En algunos países, por ejemplo Brasil y España, hasta hace poco las mujeres no estaban federadas en el fútbol. Esto quiere decir que no podían ganar trofeos y representar a las mujeres. ¡Pero llegaron las pioneras del balón!
5. La música clásica debe parte de su historia a las mujeres compositoras. Nuestra colaboradora Evelyn te lo cuenta en su primer artículo para Sen Enderezo.
6. Existieron las mujeres pirata, aunque en los barcos decían que traían mala suerte. Ellas, más listas que nadie, se vistieron como un hombre y demostraron que podían atravesar océanos.
7. Las americanas conquistaron el suelo primero y luego se atrevieron con el cielo. La pionera en la aviación norteamericana viajó desde su país a Europa, cuando puso un pie en Reino Unido le preguntó a un señor dónde estaba. Él, sorprendido, respondió que en Inglaterra. ¿Y usted de dónde viene? Nada, de EE. UU.
Si ya las Islas Canarias son impresionantes y atraen turistas de todas las partes del mundo, El Hierro es todavía mejor. ¿Por qué? Por ser una isla ecologista, un punto histórico, un paraíso con playas…
Lee esta completa guía en la que explicamos qué ver en Ciudad Real, en la capital y las provincias. Hacemos un repaso por la historia de España, incluidos los molinos de Don Quijote.
Descubre las diferencias entre los desayunos alrededor del mundo. ¿Qué comen por la mañana en Latinoamérica, Asia o África? ¿En todos los países europeos se toman tostadas con café?
Laura Oliviera Sánchez
Soy una gallega emigrada a Rumanía. Tecleo este blog feminista desde el 2014. Me gusta contar historias de mujeres con nombres propios, anónimas y leyendas de mi país y el extranjero. Un pupurrí de actualidad y pasado. Y con mucho sarcasmo. Si quieres conocerme mejor, ¡estás a un click de distancia!
Soy socióloga, feminista e inmigrante en Rumanía. Trabajo de SEO Copywriter y vivo de la escritura y lo que posiciono en Google. Nací en un pueblo de Pontevedra (Galicia, España) en 1994 y durante un tiempo fui Belén de ANHQV, una millennial con más empleos que la Barbie. Pero a mí lo que me gustaba era contar historias protagonizadas por mujeres.
Gracias a mi profesora de Historia de 2° ESO, Pilar, apareció esta pregunta en mi cabeza: ¿dónde estaban y qué hacían las mujeres de esa época? Además, por suerte, mi abuela y mi madre siempre me han contado anécdotas familiares. Entonces, ¿por qué no juntar todo en una web feminista?
Eso hice. Y aquí sigo, ahora en Bucarest, aporreando el teclado de Sen Enderezo que funciona desde 2014.
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