Cómo ser una buena madre y la «baby cage» del siglo XX

Ser una buena madre significa cuidar a los hijos, velar por su seguridad y educarlos en valores, ¿cierto? A ninguna mujer le dan un manual de instrucciones cuando decide quedarse embarazada, al igual que tampoco ocurre después del parto. Cada una hace lo que puede, y es suficiente. Teorías hay muchas, en especial para las primerizas: tips para la higiene bucal, ejercicios para ejercitar sus músculos, artículos detallados sobre potitos de la marca A vs. B… Pero ¿estamos seguras de estar ante datos 100% reales? Quizá nos estemos equivocando. Hasta mediados del siglo XX se recomendaban las «jaulas de salud», cunas con rejas que las familias británicas colocaban en el alféizar de la ventana. Ahora parece una locura, sí, aunque en la década de 1930: eso era ser una buena madre.

Qué fueron los baby cages del siglo XX de las buenas madres

Tiempo de lectura: 10 min

¿Qué es ser una buena madre (versión 1930)?

Meter a tu bebé en un baby cage enganchado a la ventana de tu apartamento londinense. En este pequeño «viaje por el tiempo», hemos excluido a los padres, ya que el cuidado de los menores (spoiler) era un asunto de ellas. Vamos por partes, como se suele decir. El área de conocimiento de la salud evoluciona a la velocidad de la luz, en eso estamos de acuerdo, por lo que las teorías y recomendaciones también cambian.

  • En los 70, los médicos españoles recomendaban aceite de girasol y desaconsejaban usar el de oliva.
  • Las terapias psicológicas conductistas eran las más populares.
  • Las personas que menstrúan no pueden mojarse la cabeza cuando están en «sus días», les afecta la Luna y matan las plantas.
  • Por no hablar de los nutricionistas: hidratos sí, luego no, o eso de que no se puede probar bocado después de las 19:00.

Ahora nos parece absurdo, pero en su momento, quizá había buena intención. Algo parecido ocurría con los baby cages.

Baby cage: la jaula que «protege» a tus hijos

Las «jaulas para bebés» eran camas portátiles que se cerraban con barrotes de hierro y se colocaban en las ventanas que daban a las calles de Londres o Nueva York. Fue un invento de Robert C. Lafferty, quien pretendía mejorar la salud de los infantes, en especial la prevención de la tuberculosis.

Las propias autoridades británicas estaban preocupadas por el aumento de enfermos de esta enfermedad. Tiempo atrás, en el siglo XVIII, la tuberculosis fue 400 veces más mortífera que la COVID-19.

Un poco antes de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Alemania, Reino Unido, EE. UU. y Australia empezaron a abrir escuelas al aire libre para que los niños cogieran mejores hábitos.

  1. Colonias y campamentos de verano;
  2. Actividades fuera del aula;
  3. Un poco de deporte.
Una vecina saluda a un bebé que está dentro de una «jaula de salud» en Londres (mediados del siglo XX).

La clave para luchar contra la enfermedad era la ventilación (otra de las premisas de las casas de cal del sur de España que se diseñaron para frenar las pandemias). Por lo tanto, y ya que el modelo de urbanismo era acoger al máximo de personas posible en bloques de edificios, no abundaban las zonas verdes y, por lo general, el espacio, las madres ponían las jaulas de sus bebés en el alféizar de la ventana.

En prensa publican notas hablando de los supuestos beneficios del aumento de la ventilación de los más pequeños.

The Birmingham News en 1913.

Eleanor Roosevelt: una madre moderna de Nueva York

Eleanor Roosevelt, cónyuge del 32º presidente de los Estados Unidos, se tomó muy en serio eso de ser una madre moderna. A los 21 vivía en Nueva York (1908) y cuidaba de su primera hija, Anna, siguiendo los consejos de las revistas y periódicos en los que trataban en tema de la maternidad. Efectivamente, la típica sección donde nos encontraríamos a la única mujer de la redacción, aporreando una máquina de escribir para ilustrarnos con las mejores recetas y trucos para la limpieza en seco.

En la ficción, Edith termina siendo la redactora jefe de una reputada revista y asistiendo a reuniones con la mismísima Virginia Woolf. Por supuesto, en todas las ediciones había una sección dedicada la superwoman, aunque a mí me gusta más cuando Edith (aristócrata) apoya el Movimiento Sufragista.

Pues al igual que en el viejo continente, en las publicaciones americanas y los médicos recomendaban el uso de las famosas jaulas para niños. Así que Eleanor Roosevelt, residente en East 36th Street en Manhattan, colocó a su primera hija en esa canasta de madera cubierta de alambre y la puso en el exterior de su ventana. Otro tip habitual en la época era dejar a los bebés llorando e ignorar sus reclamos para no hacerlos «débiles», pero este comportamiento hizo que los vecinos amenazasen a la futura primera dama con llamar a la Sociedad para la Prevención de la Crueldad hacia los Niños de Nueva York.


¿Hasta cuándo se usaron las «jaulas para bebés»?

Las baby cages llegaron a su pico de popularidad en la década de 1930 en Londres, coincidiendo con una nueva iniciativa de las escuelas de arquitectura británicas, los balcons pour bebés, que consistía en dejar un espacio extra en la repisa de la ventana para que las clases medias (a falta de jardín) pudieran «ventilar» a sus pequeños. Las familias estaban abandanando las pequeñas ciudades y los pueblos para instalarse en la capital.

Una buena madre que observa a su bebé mientras toma el sol metido en una «jaula de la salud».

Lo que en la actualidad es el centro financiero londinense, Canary Wharfcon, una gran torre de City Bank, antes era un barrio en el que vivían familias que trabajaban en el muelle.

La serie y libro Call the MidWife (¡Llama a la comadrona! en Español) basa su historia en East End dE Londres. En varios capítulos, los partos están protagonizados por mujeres inmigrantes (Por ejemplo, polacas o italianas).

Con el estallido de la II Guerra Mundial (1939-1945), se retiraron las cunas portátiles de las ventanas y no volvieron a aparecer hasta la década de 1950 y su progresivo desuso. Por increíble que nos parezca, todo parece indicar que no hubo demasiados incidentes y que la estructura de la caja se enganchaba bien a la ventana, aunque no hay datos concluyentes.

El Club de Malasmadres es un podcast que rompe con los mitos de la maternidad tradicional. ¡No puede faltar en tu lista de reproducción!

Los consejos de los «padres modernos» para la crianza

Estas son algunas afirmaciones que reconocidos filósofos, psicólogos e ilustres señores recogían en sus discursos a la hora de hablar de la crianza de los niños. Spoiler: algunas de estas ocurrencias se siguen escuchando en ciertas comidas de Nochebuena.

  • Los “padres modernos” nacieron en la Ilustración. Nos referimos a dos señores en particular, John Locke y Jean-Jacques Rousseau, ¡fijo que has oído hablar de ellos! Pues, entre otras cosas, introdujeron en Occidente la idea revolucionaria de que los padres (aunque en la práctica son las madres) “deben criar a sus propios hijos”, en vez de cruzarse de brazos y rezar para que aprendan a arreglárselas en este mundo. Un recordatorio rápido: el concepto de infancia, como tal, no existía antes de esta época.
  • Locke apostaba por una dieta simple, mucho aire fresco, ejercicio y descanso. Algo muy curioso es que, por alguna razón, condenó el uso los pañales (supongo que jamás se encargó de asear bebés). A esta idea, se unió Rousseau.
  • En Emilio o la educación, Rosseau se queda más ancho que largo. Opina que los padres deberían “usar máscaras que den miedo y disparar estando cerca de sus hijos para hacerlos menos asustadizos”, y los niños deben pasar tiempo a la lluvia, y el resto de elementos, para endurecerse. Los padres progres tomaban nota de todos estos tips, incluido el hacer rodar a los bebés en la nieve, por ejemplo. Eran otros tiempos.
  • Las teorías «científicas» de la época victoriana se han ganado un merecido espacio en este artículo de Sen Enderezo. El pediatra estadounidense Luther Emmett Holt afirmaba en su obra The care and feeding of children que el control para ir al baño comenzara a los 1 o 2 meses. (de media, los niños dejan el pañal entre los 35-39 meses).
  • Holt también dijo: “Los bebés deben ser besados, si es que se besan, en la mejilla o en la frente, pero cuanto menos, mejor”, escribió. Y agregó: “Nunca se debe jugar con bebés menores de 6 meses”, porque según él, esto afectaba a los ritmos del sueño. Holt apostaba por el «método de llorar» que luego sería popularizado por Richard Ferber en su libro Solve Your Child’s Sleep Problems. El clásico: déjale que llore que ya parará.
  • John Watson tampoco era partidario de los besos y otras formas de «ablandar» a los niños.

Los médicos de los 90: zurdos no, mejor diestros

Y termino con una anécdota personal. Las primeras veces que cogí un lápiz para escribir, lo hice con la mano izquierda. La profesora de mi colegio público gallego de la década de 1990, me repitió muchas veces que debía hacerlo con la derecha. Aprendía a manejarme como diestra malamente, agarrando los bolígrafos, cerrando el puño derecho y caligrafía pobre con la izquierda. El pediatra, en una consulta rutinaria, le dijo a mi madre que era mejor ser diestro que ambidiestro (spoiler: a los católicos no les gustan los zurdos). Ok.

Conclusión: a día de hoy soy capaz de escribir con ambas manos, pero mal. Más rápido con la derecha, la fuerza de la costumbre, aunque al rato me empieza a doler. Prefiero el teclado. Ay, Rousseau y compañía, me reventasteis las muñecas en los exámenes de la universidad.

Este artículo sobre cómo ser una buena madre se ha sumergido en algunos de los mitos más clásicos y el uso de las «jaulas para bebés» que toda madre moderna debía hacer. Mujeres feministas con criaturas que pasáis el rato leyendo senenderezo.com, lo estáis haciendo bien.


Bibliografía y fuentes


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