Puerto de Vigo, la historia que no conocías

Vigo dejó de ser una ciudad amurallada hace 150 años para convertirse en un referente de la Revolución Industrial en el norte de España. Llegó el ferrocarril, las fábricas que atrajeron trabajadores del campo a la ciudad y un puerto que descargaba mercancías internaciones. En este artículo te vamos a contar la parte de la historia que todavía no conoces, aquellas que escribieron las mujeres de O Berbés.

La historia del Puerto de Vigo que no conocías

¿Por qué el Puerto de Vigo es el más importante de España?

La ciudad de Vigo ha vivido del mar desde el principio de los tiempos. Ya en el siglo XVI este punto en el norte de España era fundamental para el comercio entre Europa y América. Los navíos franceses, portugueses, holandeses… hacían escala en Vigo para continuar su ruta hasta el otro lado del charco. Por supuesto, también había embarcaciones inglesas si lograban atravesar las costas gallegas sin naufragar.

La geografía se entregó a Vigo la gran ventaja de estar entre dos mundo: el viejo continente europeo y las recién descubiertas Américas. Por eso se llegó a construir el puerto industrial más grande de España en 1881. Pero no siempre tuvo este prestigio ni los gobernantes pensaban en la modernización de Vigo. Con la burocracia hemos topado, el poder de la Iglesia y la aristocracia era tan grande en los siglos XVI y XVII que en muchas ocasiones denegaron los permisos de desembarco a los navíos extranjeros. El centro de Vigo tenía murallas de 4 metros, pero no les parecía suficiente.

O Berbés de Vigo en 1892. Fotogradía de hoxevigo.org
  • Se perdieron contratos comerciales muy beneficiones para Vigo y la comarca. Los barcos extranjeros no solo transportaban las mercancías de sus países de origen, también llevaban a América los productos que compraban en Galicia.
  • La Batalla de Rande (1702), la invasión de los ingleses en 1719 y los posteriores ataques de las tropas de Napoleón debilitaron la economía de Vigo. A Pedra era el centro social de la ciudad, donde estaba el Ayutamiento y los hospedajes para mercaderes y peregrinos, pero en el siglo XVIII comenzó a perder importancia.
  • La aristrocracia vivía en la parte amurallada de la ciudad, alrededor del Castillo del Castro. Alejados de los marineros, obreros y comerciantes del Berbés, A Pedra y el Areal.

Las mujeres de los balnearios de O Berbés

Poco se ha escrito sobre las mujeres que trabajaban en los lujosos balneario del Berbés a principios del siglo XX. Con la construcción del Puerto de Vigo que hoy conocemos, allá por el 1881, vinieron más cambios para modernizar la ciudad. Se conseguía traer lejanas mercancías y llevarlas al otro lado del Atlántico, pero también había kilómetros de playas que podrían atraer turistas.

Nacieron los balnearios de O Berbés. Algunos empresarios se unieron a la moda de ofrecer a sus clientes aguas medicinales, sales que curaban el reuma y una experiencia relajante en las costas gallegas. Los balnearios más famosos de España estaban, probablemente, en San Sebastián. Aún así, Vigo ganó su prestigio y trajo a cientos de visitantes al año.

Todos estos cambios afectaron a más personas que los vigueses. Ha llegado el momento de contarte la parte de la historia del Puerto de Vigo que no conoces, porque fue escrita por mujeres tan desconocidas como María Torres. No te preocupes, en los siguientes párrafos puedo contanter quién fue y qué hacía en el Vigo de 1920.

La hija de una viúva dun vivo

María nació en 1903, aunque en su documento de identidad terminasen poniendo que lo hizo dos años más tarde para igualar la fecha de nacimiento con la de su marido. Además de ser la hija de Pepa la viúva dun vivo y ser de aldea, María era mi bisabuela materna. Su padre emigró a Argentina cuando ella todavía era una niña, el jornal que ganaba en el campo gallego no les alcanzaba, así que Francisco subió a un barco de Vigo y puso rumbo a América.

A la izquierda está mi bisabuela María, no tenía más de 10 años. En el medio Pepa Torrado, una viúva dun vivo. Y a la derecha Manuel, el hermano menor. Esta fotografía se tomó en 1910, aproximadamente, cuando el padre emigró a Argentina. Tengo constancia de que hay otra imagen en la que incluyeron a Francisco, utilizaron otro retrato porque él ya estaba en Latinoamérica, pero no la he podido localizar.

Millones de gallegos emigraron a Argentina, convirtiendo Buenos Aires en la quinta provincia argentina. El problema vino después, cuando Pepa dejó de recibir correspondencia desde Latinoamérica. Nunca se supo qué pasó con Francisco, se sabía que inauguró una panadería tras trabajar mucho en Buenos Aires, pero un día pararon de llegar sus líneas. María pasó a ser la hija de una viúva dun vivo, una mujer que no sabe si sigue casada o se ha quedado viuda.

Hubo muchas Pepas en Galicia. La emigración parece estar en la genética de los gallegos, yo misma escribo este artículo desde Bucarest. Aquellas mujeres estaban casadas con hombres se marchaban a Argentina, Alemania o Suiza y no volvían durante décadas. A veces, ni siquiera daban señales de vida como Francisco. De este modo, la «viuda» que se quedaba en Galicia ni siquiera sabía cuál era su estado civil.

¿Qué significa Viúva dun vivo?
En el documental «Avión, el pueblo ausente» (2013) de María Hervera y Marcos Hervera puedes conocer las historias de varias mujeres marcadas por la emigración. Entre ellas también hubo viudas de vivos.

Emigrar a Vigo desde la aldea

Con solo 20 años, María quedó huérfana. Tuvo que dejar la aldea y buscarse la vida en la capital, al igual que otras chicas de su generación. Se fue a servir a la casa de unos parientes lejanos a Vigo y también trabajó limpiando su balneario del Berbés. Le daban alojamiento, comida y un salario con el que solo podía tomar una gaseosa el domingo cuando ponía la excursa de ir a misa.

María servía a las mejores familias de España. Limpiaba lo que ensuciaban, preparaba las toallas y los albornoces del baneario, hacía la comida de los señores en la casa… se encargaba de todas las tareas. Había otras muchachas trabajando en el balneario, todas menores de 25 y solteras, pero solo una de ellas se convitió en su amiga para toda la vida. Estas criadas nunca perdieron el sentido del humor ni el ingenio, aprovechaban cualquier oportunidad para ver la ciudad y conocer otros chicos de su edad.

  • María cambió su forma de vestir en la capital. Con el paso de los años dejó el luto integral por la muerte de sus padres y cambió el peinado. Nunca se cortó la melena morena, pero ahora lucía un recogido bajo.
  • Aprendió a hablar español en Vigo. Ella fue criada en gallego y tuvo que renunciar a su lengua materna cuando empezó a servir en la ciudad. Estaba prohibido utilizar este idioma. Tardó años en disimular la gheada propia del interior de Pontevedra.
  • Siguió teniendo un carácter reservado hasta el final de sus días. No hablaba demasiado, pero sabía cuándo debía intervenir. Supuró muchos obstáculos y supo armarse de valor para superarlo todo.
  • Conoció a un joven alto, moreno y con estudios en Vigo. Incluso tenía intenciones de promenterse con mi bisabuela, pero a María nunca tuvo prisa para contraer matrimonio. Al contrario que otras mujeres de su época, ella dijo sí quiero cuando pasaba de los 30 años. Y no fue con un hombre de la capital, María se quedó con el vecino rubio y bajito de su aldea natal.

Al servir a los propietarios de la casa de baños, el popular nombre del balneario del Berbés, llegó a pasar temporadas en Madrid. Mi abuela me ha contado muchas veces los comentarios entrecortados que decía María en la cocina de su casa, después de haber dejado el servicio muchos años atrás. La declaración de la II República pilló a mi bisabuela en Fuenlabrada, donde su jefe tenía una residencia de verano.

Cuando empezó el Franquismo en España tras el fin de la Guerra Civil, las mujeres no solo estaban bajo la tutela de los maridos, sino que los militares decidían qué podías hacer. En agosto de 1939, María sacó su primer DNI durante la dictadura, los documentos anteriores ya no valían. La Cédula Pesonal y el Informa de Buena Conducta lo pedían en cualquier lugar para trabajar, viajar o el trámite más simple. Dos aclaraciones: María tenía 36 años, no 33 como pone en el documento, y su profesión era labrega y ama de casa a jornada completa.

En Madrid, María se encargaba del servicio doméstico además de realizar toda clase de recados. Vio las casas de las familias más poderosas de Madrid, pero desde el pasillo de las criadas. Hizo arreglos a vestidos que ella jamás vestiría y empezó a escuchar murmullos sobre política. Los señores estaban muy asustados ante la proclamación de un gobierno soberano, nadie sabía qué iba a pasar con el país y decidieron instalarse permanentemente en Vigo.

Desconozco el año en el que mi bisabuela dejó de servir en el famoso balneario de O Berbés. Creo que abandonó la ciudad en algún momento de 1934, antes de comprometerse con Indalecio -mi futuro bisabuelo de profesión electricista/labrego-. Tuvieron dos hijos varores durante la Guerra Civil y una niña en 1941.

La tradición decía que la hija debía llevar el nombre de la esposa del propietario del balneario de Vigo, ya que María sirvió en esa casa durante años y eran pacientes lejanos, pero al final mis bisabuelos fueron más originales. Su hija, es decir mi abuela, se llama Alicia. Y hubo que esperar muchos años hasta oír otra vez este nombre en la aldea. Resumiendo, que fueron unos modernos.


En la actualidad no quedan los restos del balneario de O Berbés, el Puerto de Vigo se fue ampliando en el siglo XX y desapareció gran parte del barrio de pescadores. Tampoco queda la playa en la que María aporvechaba con sus amigas criadas los pocos minutos libres que tenían al día. Sé que las historias de las empleadas de la casa de baños y la opinión de las niñas de la aldea no son importantes en los libros de texto, pero alguien tenía que empezar a hablar sobre ellas.

Por suerte, mi abuela siempre ha sido una buena narradora. Me crié escuchando las historias de las mujeres de la familia y las descripciones de sus personalidades. María no tenía ni idea de por qué la televisión mostraba personas tan pequeñas, siempre recalcaba que cabían en la palma de la mano. Tampoco leyó muchos libros, viajó por el mundo o elegió ser delgada toda la vida. Para otros carecerá de interés, pero a mí me encanta la casa de mi aldea. Aquellos cajones guardan cientos de historias insignificantes.

María Torres en Vigo, 1935.

Y a pesar de que no conocí a María porque falleció en la década de 1980, siguiré emocionándome cuando las personas más ancianas de la aldea me vean y digan: «Alta, delghada, con cadeiras e pel branca… esta é das Torrado». Mi vida y la de mi bisabuela fueron muy diferentes, pero al parecer tenemos en común algo más que unos lunares rojos y una mancha en la lengua.

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