¿Por qué viajar sola a Marruecos siendo española?

Tienes que viajar sola a Marruecos alguna vez. Lo digo por experiencia, yo abrí mi mente y me libré de toda clase de prejuicio. Como regalo de mi veintiún cumpleaños, me dieron unos billetes para Rabat. Viajé sola a Marruecos y estoy entera, es más, quiero volver. No sabía mucho sobre el país, lo que había visto en la televisión y, evidentemente, todo era negativo. Sabía que ese discurso no me representaba, no era posible que un país fuese tan horrible y su gente tan despreciable. Hasta el momento, los únicos marroquíes con los que había hablado, eran mi vecinos. Teníamos más o menos la misma edad y estudiaron en mi instituto. Continúo insistiendo para que me concedan una entrevista, todavía no he tenido éxito.

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Viajando en tren… Mi historia con esta mujer: Fez, perderse por la Medina

Me consta que sus primeros pasos en el Estado Español, no fueron sencillos. Uno de ellos llevaba ya muchos años fuera de Marruecos, su padre emigró a Italia en busca de mejores condiciones de vida. Y al final, por una cosa u otra, terminaron viviendo en un pueblo de Pontevedra. El chaval, sabía hablar nada menos que cinco idiomas: francés, árabe, italiano, español y galego. ¡Vaya currículum!

De poco le sirvió, tuvo que repetir varios cursos académicos y sus compañeros le discriminaban. Pura ignorancia, cero integración y ninguna gana de conocer lo desconocido. Tampoco el instituto ponía de su parte, todos ignoraban la discriminación constante de estos chicos. Miraban para otro lado. Teníamos nuestras diferencias, nos criaron según las pautas culturales de dos países diferentes, pero ninguno era más que el otro.

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Fez

Sí, eran musulmanes y yo atea. No importa lo más mínimo si todos nos respetamos y entendemos que cada uno piensa de una manera determinada. Pues hasta ahí, mis conocimientos sobre Marruecos hasta septiembre del 2015. Lo equivalente a nada. Tenía que ir a ese país y ver con mis propios ojos cómo se vivía en ese mundo. No me arrepiento, esa semana fue un constante aprendizaje.

No tengo dudas. En Marruecos, la política va por una parte y su gente por otra. El Estado es autoritario, con una monarquía arcaica y bien asentada en su trono. Nadie discute su poder. Someten a una nación, el Sáhara. Pretenden aniquilar un pueblo con ansias de libertad y que lleva años luchando, apostando por el futuro que merecen. Al final, todo eso es solo política e imposiciones absurdas. A la gente de la calle, le importa llegar a final de mes y ver que sus hijos sigan adelante.

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Casablanca

Cuando caminé por las calles marroquíes, no me sentí amenazada por ser europea o mujer. Recordemos que el patriarcado, contamina todo el planeta Tierra. Hay focos de contaminación más acentuados, sí, pero no está de más mirar la cantidad de suciedad que hay bajo nuestra propia alfombra. Marruecos es un país que quiere abrirse al mundo, quitarse la etiqueta de peligroso. A todo el mundo le gusta hablar sobre su vida y sus costumbres, sus caras se iluminaban cuando escuchaban alguna de mis humildes preguntas. Estaban ansiosos por narrarme cómo funcionaban las cosas allá. Utilizaban otras formas de medir, una jerarquía de valores bien diferente a la mía y su lista de prioridades discrepaba con la de Occidente.

El continente africano es un desconocido, el eterno saqueado por las élites blancas y el condenado a conflictos bélicos caducos. Nadie parece pensar en su belleza. En Marruecos, el concepto de riqueza es diferente. La gente tiene menos cosas, menos riqueza material, sin embargo es generosa. Abrir las puertas de casa, es parte de su cultura. Perdí la cuenta de todas las veces que me invitaron a té o las ocasiones en las que un desconocido o una desconocida, me ayudó y me libró de alguien que pretendía incordiarme. Gente mala la hay en todas partes, pero no son la regla general.

No me siento amenazada por un velo. Por esa regla de tres, también tendría que estarlo de un crucifijo. Es más, algunas personas deberían leer el Corán para darse cuenta de que en muchos aspecto es más progresista que la Biblia. El problema es cómo se interpretan los párrafos de un libro. El debate sobre el velo es muy amplio. Para empezar mezclamos: hiyab-nikab-burka-chador (y mil nombres más). Cualquier persona musulmana me llamaría inculta por decir simplemente velo, pero es para que nos entendamos.

En muchos países, se ha pasado del rotundo e inútil ¨no¨ al diálogo. En Canadá las mujeres pueden usar libremente el velo, independientemente de si son funcionarias o no. En Francia está prohibido porque la República se declara laica. En España ni se nombra el tema, se compara un símbolo religioso y de identidad con una burda gorra que no puede usarse en un aula. Lo que quiero decir, es que la solución no es decir un simple: sí o no. Y no caigamos en tópicos, no mezclemos cosas de forma intencionada.

Hay que estar dispuestos a debatir y escuchar ambas versiones. Fátima Mernissi me ayudó en esta tarea, una doctora en Sociología que me enseñó que dentro del Islam también hay feminismo. Feminismo poscolonial y con argumentos potentes. Es muy difícil rechazar todos los prejuicios que nos han metido en la cabeza desde nuestro primer aliento.

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Marrakech

Lo digo sinceramente, viajar es la forma de crecer como persona. Aprender a ser más tolerante. Respetar no es lo mismo que adoptar o adoctrinar. Siempre estamos condicionados por el entorno, la cultura, la familia, las amistades… decidimos en función de ello y desarrollamos nuestra personalidad. No cabe otra cosa que tolerar el espacio del otro. Escuchar, nunca puede ser malo. Yo quiero volver a Marruecos, hablar bereber, comer dignamente con el trozo de pan y escuchar historias que no llegan a Occidente. En estas líneas no pretendo levantar polémicas, al contrario, animar (especialmente a las mujeres) a salir de casa y conocer países tan diversos como Marruecos.

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