Fez, perderse por la Medina

Desde Marrakech fueron ocho horas en tren que creo recordar que me costó quince euros, mi asiento estaba en clase turista y sin enumerar. Me senté en un vagón con otros locales, a los cinco minutos estaba hablando con un señor utilizando mucho las manos porque sabía dos palabras en inglés y yo nada de francés. Me pareció simpático y sonreíamos cuando no comprendíamos qué quería decir el otro. En una de las paradas subió una chica joven, con un velo precioso a juego con unos vaqueros y una blusa del estilo Zara. Y la última incorporación fue otra mujer, con la piel más morena, y sus dos hijos pequeños que no hablaba nada de francés, solo árabe. Esta última mujer era la más simpática, no teníamos forma de hablar, pero no fue un impedimento para reírnos y comimos entre todos unas galletas caseras que había hecho ella. Nuestra traductora era la chica joven del velo bonito, sabía un poco de inglés y tenía un móvil con traductor. Una escena que define al viajero, mezclarse con autóctonos aunque no te enteres de nada y confiar en la hospitalidad. No es común que los extranjeros decidan viajar en transporte público y menos que interactúen con ellos.

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No importa que ella hablase sólo árabe y yo no entendiese nada. Un viaje en tren muy entretenido camino a Fez.

Durante el viaje, ellos intentaron enseñarme palabras en árabe como por ejemplo ´´buen provecho´´, sinceramente no recuerdo nada y no tengo claro qué dije en ese momento. La pronunciación es muy complicada y me daba la risa, hice el intento pero sacaría un cero en un examen de árabe. Llegué a Fez al medio día, salí de la estación y me fui al hostel que había reservado con la app: hostelworld. Era el más barato de la ciudad y estaba en la Medina, la más grande de todo el país.

Cuando llegué, me resultaba imposible encontrar la calle y me ayudaron unos niños. Chapurreaban francés, español, inglés, alemán y lo que haga falta. Llegamos en nada, pero me pidieron alguna moneda. Está claro que el dinero no es para ellos, utilizan a menores para que te dé ternura. Al final les di dinero, a los tres, aclarando que esperaba que ellos se quedasen con él y que lo gastasen antes de que alguien se lo pidiese. Ojalá nadie se lo haya arrebatado.

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El hostel estaba muy bien, el mejor desayuno del mundo: té, huevos revueltos recién hechos, galletas artesanas… de hecho el empleados te preguntaban qué querías comer y lo cocinaba a tu gusto. Sin embargo, el recepcionista era muy antipático porque ni me dio un mapa de Fez y me cobraron una alta tasa de turista (en ningún lugar de la página de internet lo explicaban). Había otros viajeros españoles, escapé de ellos y no dije nada en español para no interactuar. Me interesaba conocer a gente del lugar, no hacer un grupo de turistas que no se separan de la cámara.

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Me cansé de caminar por toda la ciudad: subir cuestas, atravesar callejones, husmear en las tiendas… Algo curioso, según me explicaron, es que los comercios tienen la obligación de poner una fotografía del Rey de Marruecos presidiendo el local. La gente era muy amable, si me perdía me ayudaban a encontrar el camino y me comentaban cuáles eran las partes más bonitas de la ciudad. En todas las guías turísticas recomiendan contratar un tour para visitar la Medina, es enorme y ni siquiera las personas que viven ahí la conocen con toda seguridad. Yo tenía miedo de perderme, me robasen o me acorralasen en un callejón; normal, después de la imagen que me había dado de la ciudad. Me avergüenzo de haber sido tan desconfiada, vuelvo a repetir que con tener sentido común, es suficiente.

Cuando volví al hostel, estaba liquidada, quedé dormida al momento. Por la mañana tomé ese maravilloso desayuno del que he hablado antes y salí temprano. Quería llegar al barrio de los curtidores, en el mapa parecía que no estaba cerca de mi hostel y decidí pagar a un taxi porque para un español no supone tanto dinero y no tenía mucho tiempo. Hablé con un taxista mientras una chica un poco mayor que yo salía del coche. Me contestó que no era posible porque las calles son peatonales, interpreté mal el mapa porque los curtidores están en medio de la Medina.

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Fez

La chica que acababa de bajar del taxi se puso a hablar conmigo, estaba acompañada de su hija y se ofreció a llevarme hasta el barrio de los curtidores. Hablaba un perfecto inglés, vestía un vestido largo muy bonito y la cabeza al descubierto luciendo una gran melena de color negro. Era guapísima esa mujer y mejor persona, amable y con una permanente sonrisa en la cara. Por el camino nos pusimos a ver una pequeña tienda que vendía bisutería y algunas telas, me gustó mucho un brazalete y ella me dijo que no hablase porque me dirían un precio turístico. Se puso a negociar en árabe, muchos gesto y un tono alto de voz. Consiguió comprarlo por un precio justo y cuando le pregunté cuánto le debía, me dijo que nada porque era un regalo. Quería que me llevase algo de Marruecos, un detalle que me hiciera recordar la hospitalidad de su país. Casi me emocioné, era una simple pulsera de bisutería pero con más significado que una carísima de oro macizo.

Me despedí de ella con un fuerte abrazo, me ayudó muchísimo y desinteresadamente. El barrio de los curtidores estada al lado de la calle donde me dejó esta chica. No tenía claro desde dónde ver los curtidores, entonces pregunté en un comercio y el gerente me dijo que podía sacar fotos desde la azotea. No me pidió dinero a cambio, le pregunté antes de nada. El olor era muy fuerte, procedente de las pieles y los tintes. Después de inmortalizar el momento con mi cámara, compré unas babuchas hechas a mano por poco dinero y un buen regalo para mi madre. Eran de piel de dromedario, hechas a mano y 100% de Marruecos.

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Curtidores

No tenía más tiempo, volví a la estación de tren y me fui en el primero que iba a Rabat y aproveché la tarde para ver la ciudad e ir al aeropuerto. En algún momento empecé a hablar con una chica marroquí que llevaba media vida viviendo en Madrid, era muy fan de El tiempo entre costuras y me contó cosas del rodaje porque en realidad ella era de Tánger. Mi siguiente visita a Marruecos, me encantaría ver cada lugar que formó parte del escenario de esa serie que tanto me enganchó.

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