Viajar sola a un país sin hablar el idioma

El idioma nos permite conocer a gente local, acercarnos a su modo de vida y disfrutar realmente el país, pero no solo las palabras comunican. Es posible viajar a un lugar sin ni siquiera saber decir hola.

Mi primer billete de avión a Londres

La primera vez que me subí a un avión tenía quince años, prácticamente dieciséis. Fue la excursión de fin de curso de 4º ESO. Estuvimos vendiendo rifas durante meses para abaratar los costes, incluso organizamos un festival de bandas de rock y un tenderete con café y bizcochos en una popular feria. Pagué mis gastos, además de colaborar con el grupo. Mi madre terminó pagando solo doscientos euros por una semana en Londres, haciendo lo que nos dio la gana. Recuerdo perfectamente lo feliz que estaba viendo el musical We Will Rock You.

La mítica foto de Londres

Por aquel entonces, no entendía ni papa de inglés. Las clases del instituto me parecían insufribles, no entendía cómo querían que aprendiésemos un idioma si solo seguíamos un libro de texto. Mis compañeros sabían más y eran capaces de articular alguna frase, a mí me daba demasiada vergüenza abrir la boca. Intenté pedir dos trozos de pizza y no fui capaz, al final habló una de mis amigas. Si me ponían un papel delante sabía escribir, pero no hablar.


Mi segundo viaje a Londres

24 horas de inglés

Un año después de aquel primer viaje de avión, volví a Londres para aprender inglés durante el mes de julio. Pedí una beca y me fui. Continuaba siendo una persona introvertida, era hora de ponerme a prueba. Me alojé en Belsize House, cerca de Canden Town y lejos de programas para extranjeros donde solo hablas español. Sin ser ingenuos, ya que Londres está lleno de españoles y latinoamericanos.

Por la mañana tenía clases en Stanton School of English y el resto del día recorría la ciudad. El primer día me hicieron una prueba de nivel, la parte escrita me daba igual pero la oral sí que me producía nervios. Sabía que empezaría a tartamudear. Al final me mandaron al nivel intermedio, no debía de hacerlo tan mal. Era la más joven de la clase, cumplí los diecisiete estando allá. De hecho necesité un permiso notarial de mi madre para poder salir de España, busqué el curso de inglés y el hostel sin recurrir a una agencia.

Mi clase de inglés en Londres

Cuando llevábamos dos semanas de clase, llegó una chica rubia que se llamaba Marta. Me presenté (algo que nunca hacía, yo era de las que esperaba a que me hablasen) y me dijo su nombre. Le solté en español: ¨Bueno, sabía que al final me tocaría con alguien que hablase mi idioma¨. Puso cara de póker. No entendía nada y quedé cortada. ¿Cómo iba a saber que nombres como Marta o Karolina son comunes en Polonia?

Metedura de pata Nº1. La única vez que hablé español en clase

Hacer amigos internacionales

En mi adolescencia se usaba el Tuenti, una versión mucho más cutre que Instagram, tan limitada que no podías agregar a gente de fuera de España. Hasta ese momento no había tenido la necesidad de abrir una cuenta de Facebook, ¿para qué? solo conocía a los amigos de siempre, los del veraneo en Costa da Morte y algún colega de la universidad de mi hermano. Era la primera vez que tuve la oportunidad real de hacer amigos extranjeros hablando inglés.

Clase de inglés en Londres. Algunas de estas personas hoy están en Tokio, Estados Unidos, Singapur… después de haber aprendido inglés.

En las clases orales nos juntaban con un grupo más grande. Me hice amiga de unas chicas de República Checa. Me enviaron una solicitud de amistad a Facebook y estrené mi cuenta. Por chat hablábamos de nuestras cosas y cuando algo me hacía reír, respondía con un jaja. Ella me preguntó qué demonios significaba jaja. Eing? Una risa de toda la vida. En ese momento aprendí que para la gente que no habla español (en Latinoamérica tampoco) pone haha, lol o WTF.

Metedura de pata nº2. No todos reimos igual

En aquella clase de Londres no me quedó más remedio que usar el inglés. Había una chica de Polonia, otro de Francia, varios de Turquía… Poco a poco fui perdiendo el miedo a hablar, cómo no iba a socializar con una coreana cuando jamás había visto una (lo más próximo eran los asiáticos de los bazares o los restaurantes).

Mis compañeras de habitación

Cuando llegué a Londres pasé un par de días en una habitación con cuatro camas. Dormía con una chica paraguaya y otras dos españolas. Pronto me concedieron el cambio y empezó la aventura en inglés. Me entregaron la llave por la noche y cuando abrí la puerta, vi a mi compañera durmiendo. Solo llegué a ver un lateral de su cara y me di cuenta de que era morena. Pensé: ¨Nada, me va a tocar con otra latinoamericana que me hablará siempre en español¨. Me empezaba a doler el dinero de la beca.

Sonó el despertador y aluciné. Mi compañera de habitación era de la India, íbamos a hablar todo el tiempo en inglés o con señas. Nos hicimos muy amigas, tenía un año más que yo y estudiaba Derecho. Venía de una familia de abogados. Estaba haciendo un curso de verano de Derecho Internacional en Londres. A veces no sabía cómo se decía una palabra, pero no importaba porque ella simplemente se reía. Por mi cumpleaños me regaló un ramo gigante, nunca me habían dejado flores sobre la cama.

El idioma nunca impide empatizar. Un día estaba hablando por Skype con su novio y tuvieron una discusión. Entré cuando estaban terminando la conversación y estaba llorando. No tenía ni idea de inglés pero sabía qué necesitaba, le pasé los zapatos y nos fuimos a comer chocolate y todo tipo de pasteles.

A las tres semanas, vino una nueva compañera. Una chica francesa cuyos padres eran de Mali. Hablaba una mezcla de inglés y francés, al final nos entendíamos. Tenía menos de treinta años y nos hicimos amigas al poco tiempo. Ella emigró cuando era una niña, pero sus padres jamás renegaron de su identidad.

Nunca digas NO a un plan

Aproveché cada minuto en aquella ciudad. Pasaba muchas horas sola con la cámara, era yo la que marcaba la dirección y los planes. Coincidí con mi hermano mayor en Londres, pero cada uno iba a lo suyo.

Judas Priest en Londres

Por mi cumpleaños me regalaron una entrada para un festival en el que tocaban Judas Priest, Guns and Roses, Thin Lizzy… vi el cartel en el metro y no podía perder esa oportunidad. Seguía siendo menor de edad, pero mi hermano me dejó en la puerta y habló con el portero. Estaba en mi primer concierto sola. Empecé a hablar con gente de todos los sitios y no sé cómo terminé en tercera fila, me colaron unos alemanes que me quitaban dos cabezas.

Cuando terminó el concierto, me despedí de los alemanes y empecé a caminar hacia el metro. En la cola para salir, me hablaron unos chicos de descendencia hindú. Lo recuerdo bien porque uno de ellos llevaba un polo de Lacoste, aquello merecía una conversación: ¿quién lleva eso a un concierto de heavy? Me presentaron a otros amigos, pero me dio vergüenza hablar inglés e inventé que mi residencia tenía hora de llegada. Me quedé sin la historia de Lacoste.

Metedura de pata nº3. Quedar sin una buena historia por la inútil vergüenza
Sin quedada por no contestar un sms

En una de mis tardes pateando Londres acabé en el Meridiano de Greenwich. Fui sola, llevaba el ipod y la cámara. Allí conocí un chico de descendencia nigeriana, estaba leyendo un libro en un banco y empezó a hablarme. Fuimos a tomar algo y le pregunté cosas del país de origen de sus padres. Fue criado en Londres, solo iba a Lagos de vacaciones.

Cuando llegué a mi hostel tenía un sms suyo, decía que podíamos quedar otro día para ir al British Museum (él estudiaba Historia). Estaba tan bien escrito que me dio vergüenza contestar con mi inglés primitivo, tuve que buscar en el diccionario el 70% de ese mensaje. No contesté nada.

Metedura de pata nº4. sin plan por no tener smartphone

No en todos los países hablan inglés

A partir del verano que he relatado, cambié por completo mi personalidad y empecé a hablar inglés. Hoy me defiendo perfectamente, tengo varios títulos y todas esas cosas. Conseguí trabajo hace un par de años en Reino Unido y hablo inglés a través de couchsurfing. Cuando estás rodeado de un idioma las 24 horas, por muy zoquete que seas, siempre aprendes y espabilas.

Viajes por Europa del Este

En países como Rumanía o Moldavia, son los jóvenes los que hablan inglés. No es lo mismo hablar con un chaval de veinte años que con un abuelo, también ocurre en Alemania o Grecia. En cualquier país que no sea de habla inglesa, de poco sirve insistir con el inglés. En el caso de Europa del Este, los más jóvenes aprenden idiomas desde la cuna. La emigración es una triste realidad y lo saben. Cuando viajé por estos países, la mayoría de las veces no tenía forma de comunicarme e igualmente hice amigos. Ningún idioma es una barrera.

Viaje por Marruecos

En un trayecto de tren me hice amiga de esta mujer. Hablaba árabe, no entendía ni papa pero compartimos la comida y pasamos siete horas juntas. Para reír no hace falta usar palabras

En Marruecos la gente habla todos los idiomas que quieras. En la Medina se lanzan precios en inglés, español, francés y lo que le eches. En ciudades turísticas como Fez, los niños manejan varias lenguas para ganarse al turista. Sin embargo, para la mayoría el idioma materno es el árabe.

Más viajes con otro idioma

Cualquier rincón de Francia

En los últimos años he estado en muchos países donde no podía hablar español. Si yo aprendí inglés, todo el mundo puede. Al final, siempre recuerdo lo mismo: mis abuelos trabajaron en hoteles de Reino Unido sin saber inglés y sobrevivieron cinco años.


Rumanía, mi nueva casa

Abril del 2019, hice las maletas y volví a Rumanía. Esta vez para quedarme. Empecé a trabajar para una ONG y la verdad es que me ha picado el gusanillo y no descarto quedarme (escribo estas líneas en junio). No hablo rumano, me comunico en inglés. Los jóvenes dominan el idioma, muchos no tienen más opción que emigrar. Aquí los supuestos europeos, como si un rumano no fuese europeo, estamos muy bien vistos. Hay oportunidades reales para quien domine el inglés, español. italiano o portugués.

Todavía no puedo mantener una conversación en rumano, no tengo ni idea de cómo poner mis labios para decir algo con una clara pronunciación. No es una justificación, pero algunos dicen que la gente de Craiova habla demasiado rápido y que debería probar en Transilvania. De todas formas, con una sonrisa se abren todas las puertas.


Trucos para aprender idiomas

Mi tiempo de au pair en Londres

3 Comments on “Viajar sola a un país sin hablar el idioma”

  1. Gracias por parte de la información.
    Estaba mirando donde se hundió el SMS Dresden en Chile y he seguido con Chile,sus fiordor,sus puertos …..y he terminado en esta pagina o como se llame.
    Tengo 54 años y soy currante.No he salido de Zaragoza.
    Pero soy un alma enjaulada que no se atreve aún a salir a ver esa luz y colores que debe de ser viajar y conocer.
    Viajo a través de Internet.
    A estas alturas,estoy haber si dejo este mundo laboral,tan gris y claustrofóbico para ver un poco la vida.
    Me dás envidia sana.
    Sigue así y disfruta la vida.
    Guillermo.Un anonimo obrero,currante o como se llame.
    Con inquietudes,eso sí.
    Un abrazo

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    • Hola Guillermo,

      Gracias por haber llegado hasta mi web y que la información haya sido útil. Soy de las que piensa que nunca es tarde para emprender nuevos proyectos, mi madre de 50 años ha empezado a viajar sola y ser mucho más autónoma. La veo muy feliz.

      Todos hemos trabajado en empleos por el mero dinero, realizando labores que no nos motivaban en absoluto. Y al final todos nos hacemos la misma pregunta: ¿me compensa?

      Ojalá en otro momento escribas que has empezado a viajar. El dinero o el idioma no son un impedimento, siempre hay formas de moverse.

      Un abrazo,
      Laura

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